Las familias de antaño se caracterizaban porque existía un respeto absoluto a los progenitores, y se fomentaba siempre la unidad y el compartir momentos inolvidables, que resultaban ser la fortaleza de cada uno de los miembros al tener que enfrentar las difíciles circunstancias de la vida.
Hoy en día, cada cual toma su rumbo y, muchas veces, los miembros de la familia son sólo huéspedes de la misma casa y prácticamente no se conocen entre sí ni comparten tiempos exclusivos de familia. En estas circunstancias es fácil identificar que el principal problema que sufren nuestras familias, es la pérdida de la unidad. Si no hay unidad ente los miembros de un grupo, cualquiera que sea, pero con mayor razón hablando del grupo más importante y trascendental de la sociedad como es la familia, nos advierte el Señor que el destino ineludible es la destrucción: “Si los miembros de una familia se pelean entre sí, la familia también se destruirá”
Lucas 11:17.
Y esto es precisamente lo que está sufriendo la familia de hoy. ¿Acaso no tenemos que reconocer que al interior de nuestra familia hoy se vive: el desorden, el caos, el egoísmo, la indiferencia, el engaño, la dureza, la falta de amor, entrega y de compromiso mutuo? El amor, la unidad, la armonía, se han perdido, y es por eso que se hace necesario restablecer la familia, volviendo al diseño original.
La familia le pertenece a Dios, pues Él la creo, le asignó su propósito, su meta y ha determinado su estructura interna, por tanto, es con el primero que hay que contar cuando vamos a establecer un hogar, y también, paso a paso, en el diario caminar de la vida familiar. “Restablecer” es volver al correcto y armónico estado de las cosas.
Un “restablecimiento” se requiere cuando se ha perdido el orden de las cosas, cuando se han desarticulado los elementos de la familia, cuando se ha cambiado la verdad de Dios por la mentira. Volver a la relación de orden y autoridad establecida por Dios para cada uno de nosotros, implica respetar los designios y las instrucciones de Dios, lo cual produce la realización más grande posible; ser padres, madres, es el resultado de un proceso de madurez.
Cuando hemos aplicado los principios de salud a nuestra vida, el amor fluye libremente; y desarrollamos misericordia para sacar a nuestra familia de la esclavitud. Podemos entonces colocarnos como ejemplo y volver por nuestros hijos para ayudarlos a recorrer junto con nosotros el camino de libertad.
El libro sugerido para esta semana de Publimundo “Viviendo la Reconciliación”. No olviden preguntar cuando se llevará acabo el día de la familia.
¡Mi familia, mi Equipo! Escrito por: Juan Carlos Gaviria y Yolanda Salazar.