Y lo ha logrado gracias a que ha seguido recibiendo armamento de alta precisión occidental para experimentar contraataques exitosos.
No obstante, la persistencia polaca en la iniciativa de desplegar una misión de paz de la OTAN en territorio ucraniano con capacidades militares ostensibles ha vuelto a caer en el vacío ante la negativa de la Alianza por el natural a temor a caer en un enfrentamiento directo con Moscú, más aún, cuando el Kremlin ha sido suficientemente explícito al respecto.
En cualquier caso, se ha registrado un notable avance estratégico aliado por cuanto en la cumbre de la UE en Bruselas se ha aprobado la llamada “Brújula Estratégica”.
Se trata de un avance histórico porque, en el marco de la política exterior y de seguridad común, dará paso a una fuerza de despliegue rápido de por lo menos 5 mil tropas en capacidad de ser desplegadas a cualquier sitio sin depender del vínculo transatlántico, aunque en perfecta coordinación interagencial con la OTAN.
Asimismo, el encuentro simultáneo de la OTAN, que puede considerarse como preparatorio de la cumbre de Madrid en la que se aprobará el nuevo “Concepto Estratégico” de la Alianza ha decidido robustecer significativamente el despliegue disuasivo en la franja fronteriza con Rusia, imponiendo así un obstáculo muy claro a las pretensiones expansionistas de Moscú.
Con todo, las operaciones militares rusas basadas en armas hipersónicas, la devastación urbana y la afectación directa de la infraestructura crítica ( incluyendo acciones cibernéticas ) apuntan al deterioro de la voluntad de lucha entre los ucranianos y al propósito de hacerse al control de la media luna estratégica al Este del río Dniéper.
Media luna que se extiende desde la propia capital ucraniana, pasando por Donetsk, Lugansk, el litoral del mar de Azov y del mar Negro hasta llegar a Odessa, marcando así una clara división geocultural del país con connotaciones estratégicas.
Connotaciones estratégicas porque, en cualquier caso, la soberanía estaría en entredicho y el control sociopolítico de este arco ( fortalecido por la eventual participación directa de las tropas bielorrusas en la confrontación ) dotaría a Moscú de una franja de seguridad lo suficientemente funcional como para sentirse menos agobiada por la cercanía geográfica del adversario.
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