La vida es un hermoso regalo de Dios, por esta razón es bueno reflexionar, sobre cómo estamos viviendo, si realmente vivimos en pos de la tranquilidad, la unidad y la felicidad, o vivimos llenos de frustración, amargura y enojándonos por todo lo que ocurre, sea bueno o malo.
Preguntémonos: ¿Realmente vale la pena vivir lleno de amargura, resentimiento y enojo? Seguramente la respuesta es ¡NO! La vida es muy corta como para desperdiciarla en algo tan negativo y destructivo como la amargura. Es necesario que usted decida hoy empezar a vivir plenamente.
El término “raíz de amargura” que encontramos en el manual de vida en hebreos 12:14-15 es particularmente grafico;
“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;” Hebreos 12:14-15
La raíz de la planta es la parte que no se ve, desciende a lugares desconocidos e invisibles para el hombre, pero cumple una función vital en la planta, pues la alimenta y nutre a diario. De la misma manera, una raíz de amargura se instala en los lugares más escondidos y oscuros del alma.
Por esta razón es difícil detectar exactamente dónde se ha instalado, aunque sus frutos son fácilmente visibles; con la amargura siempre llegará el enojo, la ira, la gritería, la maledicencia y la malicia, ella nunca está sola, tiene hermanas inseparables.
Solo Dios puede darnos un nuevo corazón, libre de resentimiento, odio o frustración, y por el contrario puede llenarnos de amor, paz y reconciliación. Pero esta verdad solo la podemos disfrutar cuando entregamos el control del corazón a Dios, momento a momento y en cada una de las circunstancias que vivamos. Antes de pensar o reaccionar, recordemos lo que nos enseña el Manual de Vida.
“la respuesta áspera enciende el furor, más la respuesta blanda aplaca la ira”. Proverbios 15: 1
La respuesta de Jesús para la humanidad consiste en que solo Él puede ayudarnos y suplir nuestra incapacidad para dar solución a nuestros conflictos internos, los cuales se manifiestan en hostilidades y contiendas con los demás. Nuestra naturaleza interior puede ser cambiada por Dios, cuando lo aceptemos y rindamos nuestra vida bajo su control.
Entonces se manifiesta en nosotros su amor, su ternura y su compasión. Podemos enfrentar la vida con la perspectiva adecuada y relacionarnos con los demás en paz y dejando huellas de bendición en sus vidas. Nunca olvidemos:
“Cuando cambie nuestra manera de pensar, cambiará nuestra manera de vivir” Romanos 12:2.
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Escrito por Yolanda Salazar y juan Carlos Gaviria.