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Como ‘reflujo migratorio’, las deportaciones masivas de Trump suponen el primer gran desafío para las relaciones entre EEUU y varios gobiernos de América Latina.

🌐 ASTROLABIO  # 294 - VIERNES, 31 DE ENERO DEL 2025

 

De ser países emisores de migrantes, o países de tránsito viviendo la tensión temporal de miles de personas rumbo a EEUU, ahora muchos Estados tendrán que seguir acogiendo a sus repatriados : Abrazándolos, como dijo desde el principio la presidenta mexicana.

Colombia, en particular, se verá así en una especie de ‘autopista de cuatro carriles’ : uno, el de los colombianos que seguirán tratando de ingresar ilegalmente a EEUU ; otro, el de los extranjeros que buscan lo mismo ; uno más, para los venezolanos que seguirán llegando para quedarse, o transitar hacia otros países ; y el último, para los propios colombianos deportados desde EEUU en bloque y de modo imprevisto.

Semejante ‘atasco migratorio’ se verá agravado al comprender que para el nuevo gobierno de los EEUU no se trata de un simple paquete de medidas temporales.

Por el contrario, este fenómeno se asume como una emergencia nacional en la frontera sur, calificada como auténtica invasión, en términos del Artículo IV, Sección 4 de la Constitución. 

Valga recordar que esta figura tiene su origen en que, al hacer parte de la Unión, los estados renunciaron a muchas de sus facultades garantizándose un gobierno federal que les protegería colectivamente contra cualquier invasión.

O sea, que al considerar como tal a la inmigración ilegal, el gobierno supera la prohibición de involucrar al ejército en funciones policiales impuesta por la ley Posse Comitatus de 1878 y, en cambio, se apega a la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798, formando así una tenaza legal para emprender sin cortapisas sus tareas de deportación en masa.

Así las cosas, países como Guatemala, Colombia, Brasil, o México han accedido a recibir esos vuelos y, preocupado porque podría verse ante una auténtica avalancha, el mencionado gobierno izquierdista de Scheinbaum ha empezado a instalar, a toda prisa, campamentos de acogida aunque ya hayan sido mezquinamente calificados como “campos de concentración”.

Por ende, tarde o temprano, el gobierno colombiano se verá impelido a coordinar políticas armoniosa y virtuosamente con la Casa Blanca para resolver con mayor holgura el estado de conmoción en el Catatumbo, evitando así malos entendidos que desvirtúen su estricta labor mediadora ante la crisis interna que se vive en Venezuela.

Y aún cuando se haya superado superficialmente la crisis de alta tensión del pasado 26 de enero, subsisten algunos interrogantes que solo podrán resolverse en función del párrafo anterior, y en todo caso bajo los efectos de la sindéresis, el buen juicio y el aplomo.  

¿ En dónde y cómo se les dará acogida a los repatriados ?

¿ De qué modo serán reincorporados a la vida laboral ?

¿ Cómo se superará el vacío de ingresos que deja la suspensión de sus remesas ?

¿ Cómo se garantizará que muchos no terminen engrosando las filas de las organizaciones ilegales que canalizan droga hacia los EEUU ?

En definitiva, ¿ cómo se impedirá que este círculo perverso se convierta en combustible para el siguiente capítulo de alta tensión entre Washington y Bogotá, esto es, la proliferación de cultivos ilícitos, las relaciones con Caracas, y el control transversal del multicrimen ?  

 

vicentetorrijos.com