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El crimen de Javier Ordóñez muestra varias cuestiones de insospechada trascendencia.

 ASTROLABIO # 67 / VIE 18 SEPTIEMBRE 2020

1- Las autoridades tardaron mucho en pedir perdón.  La insensibilidad y la soberbia se ha apoderado de una clase dirigente repelente a las matanzas en las cárceles, las masacres en los campos, y la brutalidad de algunos enfermos y rufianes que, a pesar de los esfuerzos del alto mando, vegetan, agazapados, en las Fuerzas Armadas.

2- Bajo la manida y sempiterna fórmula de que ‘hay un plan prefacturado de las Farc y el Eln para trasladar la lucha revolucionaria a las ciudades’ ( ¡ algo que se conoce desde hace veinte años ! ), o que Nicolás Maduro teledirige la violencia urbana desde Miraflores, el Palacio de Nariño pretende enmascarar la realidad, borrando con el codo el perdón que la cúpula policial ha pedido con toda humildad y respeto.

2- Lo cierto es que, más allá del repetitivo ( y, por ende, cínico ) comunicado institucional prometiendo ‘investigaciones para que caiga sobre los responsables todo el peso de la ley’, el sistema político está en la obligación de castigar cuanto antes ( y sin dilación alguna ) a los criminales, tanto a los que cegaron la vida de Ordóñez como a los que hicieron lo mismo durante las noches posteriores.  

¿ Cabe imaginarse el desdén con el que estaría comportándose ahora más de un funcionario si los hechos no hubiesen quedado filmados ?

3- Asimismo, el sistema ha de asegurar la protección de los ciudadanos de bien, tanto los que deciden protestar pacíficamente como los que, indignados, permanecen en sus casas pero no logran entender cómo el vandalismo se apodera de las calles.  

Dicho de otro modo, ¿ tiene el gobierno hoy la legitimidad suficiente como para darle órdenes a la Fuerza Pública sin estar al borde de intentar instrumentalizarla ?

4- Si queda claro que el mejor remedio contra el caos en las calles y la prepotencia de la burocracia de seguridad es la sanción inmediata sobre los criminales ( sean uniformados o vándalos ), la integridad de las Fuerzas Armadas no puede ponerse en entredicho.

Tanto la Policía como las FFMM gozan de una arquitectura educativa sólida y ejemplar que no puede cuestionarse al fragor de la violencia situacional y circunstancial.

Por el contrario, momentos como este solo pueden servir para perfeccionar esa arquitectura, fortalecerla y dotarla suficientemente bien para garantizar la pervivencia de la democracia y enfrentar los desafíos del porvenir inmediato, que son muchos y de muy variada intensidad.

5- De hecho, la llamada postpandemia será un periodo coincidente con la campaña presidencial y muchos sectores anarquistas apelarán a la movilización violenta no armada ( MVNA ) para desestabilizar y promover candidaturas de acuerdo con cálculos regionales y locales.

6- Por cierto, la posibilidad de que el Centro Democrático permanezca en el poder es para muchos analistas ciertamente baja, pero su desvaidura no obedece tanto a los méritos de sus adversarios como al pobre desempeño de un gobierno que nunca comprendió las razones históricas por las que resultó elegido.

7- En la práctica, eso significa que el gobierno tendrá que ser sumamente cuidadoso con la forma y el fondo, las tácticas y la estrategia con que piensa manejar los disturbios y la política contenciosa durante los próximos dos años.

8- Porque si piensa recurrir al facilismo de “militarizar al país”, en vez de resolver el acertijo de la seguridad ciudadana, lo único que logrará es exacerbar la situación conflictiva que solo puede gestionarse en clave decisional, es decir, mediante criterios claros de responsabilidad política, contundencia en el desempeño y satisfacción del ciudadano.  

* * * 

Vicente Torrijos es profesor de asuntos estratégicos en la Escuela Superior de Guerra.

vicentetorrijos.com