Un aumento en el número de muertes por suicidio en el país prende las alarmas de las autoridades de salud debido a la falta de redes de apoyo y atención frente a los trastornos mentales y la necesidad de mitigar el impacto de estos fallecimientos, una tragedia que es evitable.
De acuerdo con el más reciente informe del DANE, en el primer trimestre del año se registraron 709 suicidios por lesiones auto infligidas, un aumento de 124 casos con respecto al mismo periodo de tiempo de 2020.
Con estas estadísticas, se prenden las alarmas del problema que representa la no atención de la salud mental en el país. Y es que, de acuerdo con los datos de la Organización Panaméricana de la Salud, una muerte por suicidio se da cada 40 segundos en el mundo, mientras que en Colombia se han registrado 1.489 muertes por suicidio entre enero y julio de 2021, según cifras del Instituto Nacional de Medicina Legal, es decir, 175 más con respecto al 2020.
Sin embargo, de acuerdo con Paulo Acero Rodríguez, Director Ejecutivo de Tribunales del Colegio Colombiano de Psicólogos, la muerte por suicidio es una pandemia del planeta que viene en ascenso en los últimos 30 años.
Según Acero, esta crisis ha sido favorecida por “el incremento en trastornos de salud mental estimulados por múltiples factores como las crisis familiares, la inequidad socioeconómica, la dificultad en acceder a los sistemas de salud (mucho más crítica cuando se habla de salud mental), el estigma social y las frágiles redes de apoyo disponibles”.
La pandemia, sin lugar a dudas, aumentó la crisis de la salud mental en el mundo debido a las restricciones impuestas por los gobiernos para controlar la dispersión del virus, las pérdidas de empleo, las quiebras económicas, las dificultades para llevar a cabo los rituales propios del duelo, el confinamiento, la suspensión de tratamientos considerados no vitales.
Frente a este difícil panorama, el experto del Colpsic es enfático en recalcar que la salud mental ha pasado a un segundo o tercer orden de prioridad lo que tiene una incidencia directa en el aumento de suicidios en el país.
“En otras palabras, para morir por suicidio, una persona no solo debe desear hacerlo, sino que debe ser capaz de llevar a cabo esa acción que es a la vez un acto aterrador y doloroso, mediante el cual, paradójicamente, quien lo realiza desea poner fin a una circunstancia que implica un dolor que la persona percibe como intolerable”, explica Acero.
De esta manera, es clave empezar a reconocer los trastornos de mejor manera y los factores de riesgo que se relacionan con la salud mental para fomentar redes de protección para quienes sufren y están pasando por un momento difícil de su vida, circunstancia que puede ser resuelta si se habla de ella y se acude a profesionales idóneos con formación y experiencia en salud mental.