Por: Diana Lucia Zuluaga
Considerar que Dios es un juez que permanece atento a nuestras equivocaciones, es una de las actitudes más cotidianas, que hace que muchos de sus hijos permanezcan ausentes de su amor y su gracia, razón por la cual, se estancan espiritualmente y permiten que sus vidas se llenen de resentimientos, angustias y desazones, dejando que su mente los gobierne y sean las emociones, las que los lleven a vivir sin sentido y propósito en la vida.
No significa esto que no tengan un norte o un proyecto de vida, claro, muchos son exitosos, viven tal vez la vida que desean y que la sociedad aprueba, es algo normal.
No se trata de éxitos y posesiones, se trata de sentido en la vida.
Alcanzar metas es algo que llena al ser humano, que lo impulsa al esfuerzo en lo académico, profesional, deportivo, familiar, etc. Todo esto produce un deseo permanente de sostenerse y avanzar, sin embargo, cuando se logra, se experimenta un vacío, surge la duda ¿y ahora qué?, se cuestiona y busca ¿qué podría hacer para tener de nuevo satisfacción y así estar bien?
Los logros nunca llenaran el vacío interior, la soledad del alma, la sensación de abandono, producido por no estar en paz con el Padre celestial.
Cuando todo esto mina el corazón, buscamos culpables: los padres, la crianza, el lugar donde nacimos, el país, el presidente, la clase política, el cónyuge, los compañeros de trabajo, etc; pero donde realmente debemos buscar, es en el interior de nuestro ser, en nuestra comunión con Dios, donde está el origen de la insatisfacción.
La Palabra de Dios es una invitación a la reconciliación con Dios, con nosotros mismos y con el prójimo. Es una necesidad para el ser humano reconciliarse con su creador, para alcanzar la satisfacción total en todo su ser y convertirse en un agente de cambio que impacta su propia vida, su familia y la sociedad.
La sensación de abandono y orfandad desaparecen, porque se experimenta el amor verdadero, el amor de Dios, que acepta a pesar de lo que sea; aquel amor al cual no le debemos demostrar nada.
Dios es amor, fuimos creados por amor, para disfrutar de su amor y sentirnos amados. Cuando esto ocurre, es más fácil aceptar a los demás y les podremos ayudar a avanzar, sin esperar nada a cambio, más que el saber que estamos actuando para agradar a nuestro creador.
Dios no está enojado con nosotros, El no busca recordarnos los errores que hemos cometido, solo desea que busquemos estar con Él de manera permanente y le sigamos, que confiemos en su deseo de darnos siempre lo mejor.
Sostenerse en este pensamiento, alimentándolo permanente con su palabra, hace que tengamos herramientas para salir adelante y gestionar las emociones de manera eficiente, crecer en la fe y proyectar la vida de una manera más justa y adecuada.
“Las más grandes ofensas se dan entre las personas que se aman y comparten espacios y actividades.” (Tomado del libro Viviendo la Reconciliación, Dr. Néstor Chamorro Pesantes, Editorial Publimundo). Estudiar el tema de la RECONCILIACION como una herramienta para mejorar nuestra manera de vivir, es una necesidad para volver en amistad con Dios. Este libro nos ayudará a comprender muchas de las razonas por las cuales la amistad con Dios siempre será una solución a nuestros problemas existenciales y sociales.