Los seres humanos en todas las latitudes, estamos abocados a las perdidas: un ser querido, negocio, salud, empleo, mascota, etc. La manera de afrontar estas pérdidas también ofrece infinidad de opciones, muchos optan por el acompañamiento psicológico, otros por desarrollar dones y talentos, otros se sumen en la tristeza y no aceptan ayuda, otros renuncian a seguir adelante. Todo depende de la manera como se gestionen las emociones.
El duelo es la reacción normal ante la pérdida. Cuando se habla de pérdidas y en especial de las relacionadas a una persona, es una experiencia que necesita ser compartida, acompañada y respetada. Como doliente, es normal que se necesite saber que el dolor, tiene un impacto en los demás; así que, por lo general, las personas que han tenido una pérdida suelen valorar mucho la presencia y la compañía de las personas quienes los aprecian. El apoyo emocional recibido en estos primeros momentos es fundamental.
Es importante tomar en cuenta que cuando el duelo se presenta, la personalidad, la psique de la persona, su historia, experiencias de vida y el sistema de afrontamientos que posee, más allá de las circunstancias de la muerte, tendrán que ver con la forma de asimilar el duelo. Al presentarse el duelo, será importante dejar que la persona pueda sentir el dolor junto a todas las emociones que ello conlleva. Aceptar, que ese ser amado o condición ya no está y que la pérdida es irreparable, será un momento inicial y crucial para el fortalecimiento.
Una de las terapias mas restauradoras y válidas ante el impacto de la perdida, es el encuentro con la verdad de la Palabra de Dios, “Cuando pasa por el valle de las Lágrimas, lo convierte en región de manantiales; también las lluvias tempranas cubren de bendiciones el valle.Según avanzan los peregrinos, cobran más fuerzas, hasta que contemplan a Dios en Sión.” Salmos 84: 6-7 (NVI).
Este pasaje nos deja ver, cómo una situación dolorosa, la cual nos lleva a derramar lágrimas, puede ser transformada en un manantial. Esta puede ser la oportunidad de abrir las alas para alcanzar y llegar a nuevos horizontes de vida: como un proyecto dejado en la gaveta del escritorio, desarrollar un don o un talento que no se ha ejercitado por falta de tiempo, llevar a cabo nuevas actividades, conocer gente, adentrarse en caminos que no se atrevía a explorar antes, por no deteriorar la compañía que le generaba el ser querido o la condición perdida.
Interiorizar la Palabra de Dios, nos permite llenar el corazón de esperanza y vislumbrar nuevas oportunidades. Es confiar que siempre habrá una nueva manera de vivir la vida. Encontrar la compañía perfecta en el amor de Dios, permitir que sus enseñanzas y consejos llenen el corazón de sentido y realización. Confiar en su amor incondicional y tener claro que este nunca faltará, nunca nos dejará.
Les recomiendo el libro de “Una Identidad con sentido” de la editorial Publimundo, está escrito por el Dr. Néstor Chamorro y en este libro, el autor nos invita a evaluar el grado de plenitud y satisfacción que estamos alcanzando, y nos invita a hacer un alto para reflexionar, pus además de la vida eterna que tenemos como hijos de Dios, los pocos años vividos sobre la tierra tienen un propósito definido que no se puede repetir ni ignorar.
Diana Lucía Zuluaga G.