Siempre hemos escuchado decir a los hombres, que una mujer es mejor amarla que tratar de entenderla, pues esto es prácticamente imposible. Pues bien, en parte es verdad porque Dios hizo a la mujer con un secreto y solo Él sabe el amor, el cuidado, la maestría, con que la hizo.
La mujer es presentada con características únicas que le confieren particularidades que la hacen capaz de proporcionar alegría, paz, gozo, prosperidad y mucho más. Veamos algunos ejemplos.
1. Proverbios 18:22 dice:
“El que halla esposa halla el bien y alcanza la benevolencia del Señor”.
Toda mujer tiene la capacidad como esposa de dar bien y felicidad a su familia
2. Salmos 128:3 dice:
“Tu mujer será como una vid a los lados de tu mesa”.
Toda mujer es como planta fructífera que alegra su casa con sus frutos, si su esposo la ve de esta manera tendrá para sí y su familia un gran tesoro que nunca dejará ni maltratará.
3. Proverbios 5:18 dice al hombre:
“Alégrate en la mujer de tu juventud”.
Toda mujer tiene la capacidad de alegrar la vida de quien la rodea, de producirle paz, aliento, consuelo, descanso y regocijo, durante todas las etapas de su vida.
4. Proverbios 19:14 dice:
“De los Padres son las casas y las riquezas, pero de Dios la mujer prudente”.
Aquí, Dios presenta a la mujer como un regalo para una familia. También dice que la mujer sabia, que teme a Dios, le da bien y no mal, a su esposo y aclara por qué:
Es sabia, integra, honesta y misericordiosa.
Su familia se siente segura. No tiene temor del futuro o de las dificultades, pues ella misma estará aportando respuestas y soluciones sabias y creativas.
Como consecuencia, sus hijos y esposo la llaman bienaventurada, no tanto por su belleza física como por su belleza interior y su riqueza espiritual, no encontrando ni en las joyas preciosas, algo que se le parezca al valor que tiene esta mujer.
Siendo la mujer tan valiosa, ¿dónde está el problema? El problema ha sido que la mujer llena de amor para dar, pero también, con una profunda necesidad de ser amada, ha buscado en fuentes equivocadas donde saciarse. Ha buscado pozos secos que no retienen agua. Todos los errores, dolores, equivocaciones, heridas y aún gran parte de las enfermedades de una mujer son causadas por la ausencia de ese amor perfecto y total, el de Dios, y por buscarlo en estanques vacíos que solo la han dejado sedienta y en una profunda soledad.
Escrito por Juan Carlos Gaviria y Yolanda Salazar