En tal caso, muchos sectores de la burguesía se sentirían estructuralmente huérfanos por cuanto se habían hecho a la idea de que no quedaba otra opción.
Ante semejante escenario, tendrían que barajar opciones subsidiarias.
Duque hará lo posible por imponer a Holmes Trujillo, su alfil y heredero, aunque algunos creen que dividirá sus afectos promoviendo también a Moreno, por aquello de los viejos tiempos.
Pero no parece que Trujillo goce de la confianza del expresidente Uribe, sobre todo, desde que se agrietó el cordón umbilical entre él y quien ocupa el Palacio de Nariño.
Tampoco parece recibir la confianza del partido, pues muchos lo ven como un reflejo de cierto samperismo, empezando por los amigos que supo insertar en el gobierno.
En ese sentido, Uribe podría pensar que se equivocó dos veces, tanto al señalar a Santos como a Duque, y que ya no está para equivocarse en la tercera.
Por tal razón, podría pensar en Rafael Nieto, quien parece ideológicamente indoblegable ( por ejemplo, a él nunca se le ocurriría decir que ya no es de derecha sino de “extremo centro” ) y ha permanecido lo suficientemente alejado de Duque como para no tener que cargar con el desgaste que muestran las encuestas.
Asimismo, Uribe podría apelar a Guerra, o a Valencia, pero, probablemente, nada supere la tentación de impulsar la candidatura de su propio hijo : nadie más confiable, ni que le cauce mayor orgullo.
Por otra parte, Vargas Lleras ha sufrido un extraño fenómeno de autodesgaste, de tal forma que ni siquiera aparece en las encuestas, aunque muchos se preguntan todavía por qué no emprender de nuevo la aventura, dejando, por fin, de aparecer como uribista o santista, para reflejar una imagen lo suficientemente autónoma y soberana.
Por último, no faltará quienes -como el senador Benedetti- hayan llegado ya a la conclusión de que el vencedor será Petro y que conviene, desde ahora, tender puentes y articular esfuerzos.
Porque cuando Uribe exclama « ¡ ojo con el 2022 ! », él sabe que, si quiere tener alguna posibilidad de darle continuidad a su proyecto político, ya no bastará con un referendo como el del ‘No’, ni con una coalición como la del 2018.
Hará falta mucho más ingenio, coherencia y lealtad.
Algo que, para muchos, es justamente lo que Petro tiene.
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Vicente Torrijos es profesor de asuntos estratégicos en la Escuela Superior de Guerra.
vicentetorrijos.com