Juanfer, en el momento más denso y oscuro de la noche, apareció para empujar a un once que, arropado por más de 55,000 aficionados, se metió en una final internacional después de 32 años.
Como es costumbre en los argentinos, quienes viven el fútbol como parte de la vida, con pasión y sentido de pertenencia por su selección y equipo, Avellaneda, anoche fue un espectáculo. Ese factor motivacional era lo que necesitaba un equipo que, aunque llegaba al Cilindro con un resultado positivo, enfrentaba al mejor equipo de la Copa Sudamericana, al favorito, que contaba con la estrella del certamen por marketing, experiencia y calidad: el neerlandés Memphis Depay, además de un conjunto de figuras acostumbradas a jugar este tipo de partidos, hombres con buena calidad que denotan la característica que describe el fútbol brasileño, ‘El jogo bonito’.
El gol de Yuri Alberto a los 6 minutos puso en ventaja al ‘Timao’ y, aunque quedaba mucho tiempo para revertir el marcador, tornó tenso y hostil el contexto. Sin embargo, aparecería con su zurda mágica un antioqueño de 1.68 de estatura, pequeño en talla, pero inmenso en fútbol. Un jugador diferente, con la cabeza fría, pero el corazón caliente; un hombre que nació para este tipo de partidos y circunstancias, y quien nunca decepciona cuando se le solicita. “No hay palabras para explicarlo, fue un año muy difícil, sufrimos mucho, pero acá estamos. Soy un privilegiado del fútbol de poder tener estos momentos en un club tan especial”, dijo en medio de lágrimas Juan Fernando Quintero.
Cuando quema la pelota, cuando todo se hace difícil, cuando parece no ser la noche, ahí es cuando aparece Juan Fernando Quintero Paniagua. pic.twitter.com/VLlYd4oKtW
— Pablo Giralt (@giraltpablo) November 1, 2024
Juanfer, iluminado, se hizo cargo, quizá, de uno de los penaltis con mayor responsabilidad de su carrera, no solo por lo que significaba para él como jugador, tras un año difícil, de ires y venires, percances familiares y poco protagonismo con la selección. Esto sin mencionar que cargaba con el peso de un equipo que hacía todo lo posible por emparejar la serie, de un conjunto que tiene como objetivo principal la Copa Sudamericana y la ilusión de millones de hinchas de diferentes generaciones que soñaban con ver a la ‘Academia’ nuevamente en una final internacional. Juanfer, con un disparo fuerte y seguro, convirtió el cobro desde los 12 pasos en gol. Tres minutos después, impulsado por esa sinergia y fuerza que se respiraba en el ambiente, definió por debajo de las piernas del golero Hugo Souza.
“Fue hermoso lo que nos tocó vivir, y eso se lo llevan los jugadores. Lo de hoy, cuando entré a la cancha, tenía unas ganas de jugar; el estadio se vino abajo y alentó hasta cuando íbamos perdiendo”, dijo Gustavo Costas, técnico de Racing.
La emoción de un tipo que ganó una Copa Libertadores haciendo el gol de la final, pero que quiere seguir compitiendo. Sos el fútbol, Juan Fernando Quintero. El colombiano que se salió del libreto. Gracias por tu fútbol, Nalgón.pic.twitter.com/w0RtpvaLle
— Pibes del Fútbol (@pibesdelfutbol_) November 1, 2024
La noche mágica de Quintero, en números, dejó un total de 75 minutos jugados, un pase clave, 29 pases completados de 41 intentos, para una efectividad del 71%, además de 53 toques y una calificación de 8.2. Más allá de lo estadístico, lo más destacado fue el resultado, que pone a Racing a un partido de ser campeón del continente, permitiendo a nuevas generaciones de hinchas ver a su equipo disputar un título internacional. Mientras tanto, para Juanfer, es una oportunidad de encontrar la reivindicación, demostrando que el talento y la jerarquía continúan intactos, a pesar de las adversidades.
Alexander Cortés