🌐 ASTROLABIO # 313 - VIERNES, 13 DE JUNIO DEL 2025
Una democracia verdaderamente funcional se basa en los valores esenciales ( libertades y pluralidad ) sostenidos por acuerdos entre las élites principales.
Aunque las élites pueden ser de varios tipos y estar distribuidas geográficamente, las principales son las que, en el fondo, mantienen la estabilidad.
Por eso, cuando se rompe el balance entre ellas, los conflictos escalan y la violencia recrudece.
Y si se observa el asunto con atención, la avaricia suele ser la mejor explicación de las rupturas.
La ambición desmesurada, la noción de que se ha acumulado suficiente poder como para no necesitar del balance entre unos sectores y los otros, lleva a errores de cálculo que, a la postre, reportan terribles frustraciones, pérdidas y daños.
De tal manera, el abuso que las partes más arrogantes hacen de esa sensación de asimetría que perciben como favorable, se traduce, tarde o temprano, en traumatismos políticos que, generalmente, golpean a tales facciones más codiciosas.
Eso significa que, en sano juicio, las élites que, en conjunto, logran contener sus apetitos, rendir cuentas y distribuirse mejor los recursos de poder, irradiando así los beneficios, son las que garantizan la sostenibilidad de sus sistemas, evitando -conscientemente- las debacles, o su autodestrucción.
En efecto, algunas de las élites, por débiles que parezcan, cuentan, de todos modos, con poderosos recursos para asestar golpes irreparables y demoledores a las facciones que pensaban tener la sartén por el mango.
Elon Musk, para poner solo un ejemplo, pensó que su inmensa fortuna sería suficiente para doblegar al presidente Trump y someterlo a sus pretensiones.
Pero la articulación de otros recursos de poder diferentes al estrictamente económico hizo que el presidente preponderara.
Con herramientas legales, narrativas claras y aliados flexibles, Trump logró moderar el ímpetu del sujeto más adinerado del planeta que, a la postre, no solo tuvo que retractarse de las difamaciones sino asegurar que mantendría intactos los sistemas mixtos de transporte espacial.
Por supuesto, las élites principales no tienen por qué comportarse como amigos. Basta con que tengan claro el concepto de alianza y que, al comportarse, precisamente, como aliados, se mantengan en la zona segura del beneficio mutuo y la rentabilidad compartida.
De lo contrario, se abrirá el sendero de los atentados, el caos, el riesgo extremo y la confrontación.
En resumen, ninguna sociedad, aunque crea que goza de una democracia suficientemente sólida y perdurable, está exenta de la ruptura entre sus élites.
Romper la comprensión entre ellas es algo sumamente fácil y tan solo basta un gesto o un plumazo.
Pero reconstruir esa funcionalidad puede ser tan doloroso como prolongado : ¿ Realmente los osados saben medir sus fuerzas y calcular los costos de detentar el poder que, en el fondo, les deben a los otros participantes en el proceso histórico ?
vicentetorrijos.com