Un amigo muy cercano, de esos a los que se lleva en el alma, me ha transmitido sus inquietantes pensamientos sobre los acontecimientos en Europa del Este y la conducta de Brasil al respecto.
Es por eso que, simbólicamente, voy a cederle este espacio para ventilarlos:
« Técnicamente, una nueva guerra mundial aún no ha comenzado, pero podría estar comenzando.
Por lo pronto, Rusia se ha tragado a Ucrania en un santiamén porque Biden se lo ha permitido, facilitado admitido, favorecido, consentido.
En otras palabras, si Putin no lo había hecho pocas horas antes es porque no había querido, no porque los demócratas Biden-Harris se lo hubiesen impedido.
Putin es la reencarnación del Zar Alejandro y de la Santa Alianza, inspiración profunda del irredentismo en el Kremlin.
De hecho, siempre recuerdo las sabias palabras de un pariente lejano, a quien en casa llamábamos don Alex : « Si hay un solo hueso de un ruso enterrado en la Bastilla, entonces Francia pertenece a Rusia ».
En cambio, Biden es la reencarnación de Nerón : ve que Roma se incendia y no hace más que tocar la lira desde su balcón.
Por eso, Bolsonaro, que entiende muy bien el fenómeno, toma distancia de Biden y, sin enemistarse con la Casa Blanca, se pone a prudente distancia para dialogar con Rusia.
Bolsonaro observa que Biden no hace nada más allá de imponer sanciones económicas para defender a Ucrania, de la que dice ser su aliado.
Las sanciones económicas nunca funcionan y Bolsonaro lo sabe. Él conoce bien la historia contemporánea y recuerda lo que Chamberlain hizo en Munich con los Sudetes.
Bolsonaro percibe que Biden no es un aliado plenamente confiable : cuando fue Vicepresidente, en el 2014, permitió que Putin se apoderara de Crimea, Donetsk y Lugansk.
Hace seis meses, abandonó a Afganistán en manos de los sanguinarios talibanes que ampararon los atentados del 11-S.
Ahora, Biden llevaba semanas exclamando : « ¡ fuego, fuego : Putin está a punto de invadir a Ucrania entera ! ». Pero nunca coordinó una acción colectiva para impedirlo.
En consecuencia, Bolsonaro entiende perfectamente que su verdadera tarea es defender el interés nacional de Brasil.
Y por eso mismo, desarrolla una ‘diplomacia pendular’ que oscila entre la Casa Blanca y el Kremlin, a ver si Washington, de una vez por todas, le da a Brasilia la importancia estratégica que tiene.
En resumen, el imperio ruso se expande a sus anchas, en tanto que el imperio norteamericano se contrae.
Y Brasil, desde la periferia, oscila entre uno y otro para reclamar el status que, de hecho, ostenta como potencia occidental emergente.
Es de esperar que Biden lo comprenda, aunque, a estas alturas, ya todo parece demasiado tarde ».
vicentetorrijos.com