La edición XII de los Premios Luis Caballero regresan a Bogotá
14 julio, 2023
TDF2023: Balance de la Etapa 13
14 julio, 2023

Tres semanas después de la ‘Crisis de la Wagner’ en Rusia, vale la pena hacer balance y medir el impacto que verdaderamente tuvo.

🌐 ASTROLABIO # 213 - VIERNES, 14 DE JULIO DEL 2023

 

Primero que todo, es oportuno resaltar que ninguna gran potencia está exenta de verse sometida a crisis estructurales.

Para no ir muy lejos, los EEUU vivieron algo similar con el asalto al Capitolio del 6 de enero del 2021, una crisis que por poco les cuesta la vida al propio Vicepresidente y a  quién sabe cuántos congresistas.

Dicho esto, se puede constatar que el caso Wagner es un traumatismo producido por la utilización de grupos mercenarios o paramilitares en conflictos de alta intensidad.

Aunque el presidente Putin se ha empeñado en calificar la invasión a Ucrania como una escueta “operación militar especial”, no cabe duda de que allí se libra un guerra interestatal en toda regla.

Y en tales casos, confiar los escenarios más delicados a este tipo de grupos autogestionados crea, inevitablemente, dificultades de entendimiento, comunicación y toma de decisiones entre la jefatura paralela, el Ejército estatal y el ministerio de Defensa.

Adicionalmente, si estas agrupaciones se convierten en permanentes y dejan de ser unidades ad hoc, se crean expectativas de poder y rivalidades que, tarde o temprano, pueden desembocar en profundas disrupciones institucionales.

En tal caso, las demostraciones de fuerza y los desafíos pueden hacerse ostensibles, como se vio con el despliegue de tropas de la Wagner rumbo a Moscú, no con el fin de dar un golpe de Estado pero sí para forzar cambios en la cúpula de la Defensa.

En consecuencia, un sistema político solo tiene dos opciones frente a un órdago como el de la Wagner.

O resuelve la crisis a sangre y fuego, magnificando la crisis al punto de extender la conflagración de manera incontrolable, o negocia hábilmente para frenar la escalada y hacer los ajustes necesarios basados en acuerdos.

De hecho, el Kremlin optó por el método de la negociación sustentado en la mediación, o sea, con la inclusión de su mejor aliado, el presidente bielorruso, A. Lukashenko, para desempeñar ese rol.

De tal manera, la triangulación resultó no solo efectiva sino quirúrgica, sobre todo si se tiene en cuenta que Bielorrusia tiene larga experiencia en estas lides, no solo como agente propulsor de los acuerdos de Minsk, 1 y 2, sino porque se ha convertido, junto con China, en el propelente del eventual acuerdo número 3 para resolver el conflicto en Ucrania.

A diferencia de otras crisis en las que ha habido derramamiento de sangre con incertidumbre a lo largo de varios días, el problema fue resuelto en menos de doce horas, desactivando la movilización ilegal y sin ningún tipo de disturbios o revueltas que involucraran a la población civil.

En resumen, este tipo de crisis intrasistémicas e intrainstitucionales también pueden ser aprovechadas para emprender correctivos específicos en la distribución de poder, los procedimientos y protocolos.

Manejada con aplomo, recurriendo a un mediador externo, redistribuyendo poder, y haciendo los ajustes institucionales con presteza y templanza, lo que inicialmente aparecía como una catástrofe sistémica puede convertirse en una oportunidad depuradora.

Una oportunidad que afiance el liderazgo presidencial, fortalezca las redes internacionales y corrija los defectos operacionales generados por la atomización en el esfuerzo y la disgregación táctica.

Aunque, por supuesto, el buen manejo de una crisis interna no servirá para superar lo que sigue siendo verdaderamente esencial en todo esto : que Rusia es una autocracia agresiva que invadió a un Estado soberano y que ha violado los principios fundamentales de la convivencia entre las naciones.

vicentetorrijos.com