🌐 ASTROLABIO # 222 - VIERNES, 15 DE SEPTIEMBRE DEL 2023
De hecho, el gobierno ucraniano sostiene que cuenta con imágenes que lo demuestran.
El problema de fondo es que Rumania es un país miembro de la Alianza Atlántica.
Eso significa que está amparada por un sistema de seguridad colectiva.
Ese sistema se expresa claramente en el tratado constitutivo de la OTAN.
Según ese tratado, el ataque a uno solo de los miembros será respondido como si hubiese sido perpetrado contra todos.
O sea, que en este caso concreto se hace indispensable un análisis sumamente cuidadoso de los hechos antes de tomar cualquier decisión.
Una decisión que podría enfrentar directamente a Occidente al imperio ruso, suponiendo el inicio de la tercera guerra mundial, o lo más parecido a ella.
Siendo prácticos, en esta cuestión solo podría hablarse de tres escenarios.
El primero, sería el de que hubiese ocurrido un accidente completamente involuntario.
En tal caso, la situación no tendría por qué pasar a mayores y hasta sería relativamente comprensible, pero, claro está, repleta de observaciones y advertencias a Moscú.
El segundo, sería el de un accidente aparente, esto es, una maniobra destinada a medir el grado de respuesta de la Alianza.
En medio de tal ambigüedad y sin la certeza necesaria para atribuirle la responsabilidad al Kremlin, los aliados occidentales tendrían un margen de maniobra muy restringido y riesgoso, pero los rusos extraerían lecciones muy valiosas acerca de su conducta política y militar.
Y el tercero, sería el de un ataque deliberado y provocador que, a pesar de haberse calculado para no causar mayores destrozos, obligase a la OTAN a decidir en suma cero : atacar, o no atacar.
En tales circunstancias, que bien podrían situarse a medio camino entre los escenarios 2 y 3, la razón de ser de la OTAN estaría en entredicho.
Si no ataca, su concepto estratégico se desmoronaría por completo.
Y si ataca, sobre todo hallándose por fuera del tiempo para alegar la legítima defensa, podría desatar el cataclismo por causa de lo que -para muchos- no habría sido más que “una auténtica simpleza”, es decir, nada que no hubiese podido resolverse mediante las vías del diálogo.
En resumen, el mercado global de las provocaciones y las represalias, de los compromisos y los riesgos, es un mercado de alta complejidad en el que constantemente se pone a prueba el perfil de las potencias y de sus aliados.
Pero no por ello tiene que ser un mercado demencial, apocalíptico y marcadamente irracional.
¡ Aunque en muchas ocasiones tengamos motivos de sobra para pensar que lo es !
vicentetorrijos.com