Indiscutiblemente y sin temor a equivocarme, puedo decir que todos los seres humanos atravesamos por momentos difíciles en la vida. Todos pasamos por el duro momento de enfrentar pérdidas. Es más, la Biblia menciona atravesar dos lugares difíciles para cualquier persona:
– El valle de lágrimas. Salmo 84:6.
Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente, cuando la lluvia llena los estanques.
– El valle de sombra de muerte. Salmo 23:4.
Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Ante esto, quiero plantear algunas preguntas que nos harán meditar sobre la vida y sobre la manera de enfrentar los problemas:
¿Cuál es tu mayor miedo? ¿Cuál ha sido tu mayor pérdida? Puede ser el miedo a morir, o incluso a perder a algún ser querido. Este miedo es recurrente en la vida de las personas. ¿Tememos perder a alguien muy especial, o alguna oportunidad, o incluso perder todo lo que consideras valioso en tu vida? Si tu respuesta es “sí” a alguna de estas preguntas, o aún estás reflexionando en ellas mientras las lees, ¿qué tal si profundizamos un poco más en ese tema que es tan poco tratado en la sociedad en que vivimos?
Vamos a aprovechar esta temática para hablar sobre las pérdidas y sobre las cosas que nos causan miedo.
Cuando pensamos en pérdidas, una de las primeras cosas que nos viene a la mente es la muerte, ya sea la muerte nuestra o la muerte de alguien muy querido por nosotros. Pero, ¿y las demás pérdidas que enfrentamos en nuestro día a día? Podemos quedarnos sin empleo, tener una crisis financiera, terminar una relación sentimental y muchas otras cosas que podemos perder en nuestra vida. Podemos perder las ganas de vivir, podemos perder nuestros sueños, podemos perder la paz; en fin, a lo largo de nuestra vida, tenemos que enfrentar muchas cosas difíciles. Todas las pérdidas forman parte de nuestra condición humana. Podemos intentar controlar las cosas, pero en el fondo sabemos que, muchas veces, vamos jugando el juego de la vida en la improvisación. E improvisar a la hora de las dificultades y dolores es difícil, ¿no es así?
La única manera de superar las tristezas que producen las pérdidas es con la ayuda de Dios. Él es el único que nos puede restaurar, fortalecer y levantar de cualquier situación difícil y de cualquier “valle de lágrimas” que tengamos que atravesar.
Salmo 147:3
Él sana a los quebrantados de corazón, Y venda sus heridas.
El sobrenatural Amor incondicional de Nuestro Padre Dios es la medicina que nos consolará y llenará cualquier vacío y dolor que tenemos en el corazón. Solo debemos buscarlo y darle la oportunidad de que haga esa “extraña operación” en nuestras vidas.