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Siempre se ha dicho que los premios Nobel de Paz y la corona de Miss Universo se parecen mucho.

🌐 ASTROLABIO # 233 - VIERNES, 01 DE DICIEMBRE DEL 2023

 

Según esa generalizada creencia, los dos galardones se otorgan con criterio político oportunista en función del interés perseguido por los organizadores.

Y aunque semejante consideración se basa en multitud de casos concretos, en contadas ocasiones esto no tendría por qué suceder.

Precisamente, un buen ejemplo podría ser la reciente elección de Sheynnis Palacios, de Nicaragua, como Miss Universo, en la pomposa ceremonia acontecida en San Salvador.

Es cierto que el evento se ha celebrado ya dos veces en ese país y que el presidente Bukele no ha desperdiciado un minuto en mostrar con lujo de detalles los logros alcanzados por su gobierno.

Pero de ahí a pensar que todo en el concurso funciona en torno a la manipulación de la estructura simbólica del poder, hay un largo trecho.

De hecho, Sheynnis es una mujer muy hermosa, trigueña, espigada, de cabello negro y largo, fulgurante silueta, y medidas perfectas.

Como si fuera poco, ella fue Miss Teen a los 16, luego se convirtió en Miss Mundo, y ahora ha llegado al culmen con Miss Universo, a sus 23 añitos.

En otras palabras, ha dedicado toda su vida a la belleza, el modelaje y el glamour, perfectamente definido como « el encanto sensual que nos fascina. »

A eso hay que agregarle que es una mujer humilde, que pagó buena parte de sus estudios de comunicación vendiendo los buñuelos que preparaba su madre.

Heredera de esa deliciosa tradición gastronómica de “los antojos” nicaragüenses, Sheynnis estudió en la UCA, la combativa Universidad Centroamericana, regentada por los jesuitas, y que tantos dolores de cabeza le ha causado al régimen marxista de Daniel Ortega.

Debido a que sus esfuerzos por entender y analizar la conflictiva realidad del país contribuyeron a generarle un trastorno de ansiedad, ella resolvió tomar cartas en el asunto.

Fue así como decidió crear y presentar un programa televisado sobre salud mental que ha ayudado a muchos individuos y colectivos a lidiar con sus problemas psicosociales.

Asimismo, optó por involucrarse directamente en las célebres protestas del 2018 contra la dictadura sandinista, lanzándose a las calles sin temor a la represión sistemática de la familia presidencial.

Luego, ya en la ceremonia de coronación, ella hizo todo un derroche de perspicacia política al hablar certeramente sobre la igualdad salarial de las mujeres.

Y por último, en su traje de gala blanco y brillante ella puso una mantilla azul, justamente los colores de la bandera que se ha convertido en el emblema de la incesante protesta ciudadana contra el autoritarismo marxista.

No en vano, doña Rosario Murillo, la nepotista vicepresidenta y esposa del comandante Daniel, se apresuró a declarar que « cualquier plan cobarde, diabólico y malévolo que pretenda aprovechar el triunfo de una bonita muchacha en golpismo destructivo no enturbiará nuestras benditas aguas. »

En otras palabras, Miss Universo no siempre es el reflejo de una cuestión política pues está muy claro que, ante todo, Sheynnis Palacios es una mujer muy bella.

Pero al ver el intenso recorrido sociológico de la periodista y al ver también la furibunda reacción de doña Rosario Murillo de Ortega, algo nos dice que todo esto no es tan simple.

Y que, en el fondo, el concurso de Miss Universo sigue siendo lo que, en muchas ocasiones, ha sido y tal vez seguirá siendo.

 

vicentetorrijos.com