Si hay algo que está dejando claro la pandemia es que los grupos armados ilegales, lejos de arredrarse, explotan la confusión a su favor ; y que las Fuerzas del orden, lejos de refrenarse, han redoblado su contundente ofensiva.
Por supuesto, en un clima de zozobra y desazón como el que identifica a la pandemia, el ciudadano incrementa su percepción de inseguridad personal y colectiva.
A los trastornos de conducta hay que sumarle la creciente articulación de las bandas criminales que, incluso enfrentándose entre sí, van depurando y perfeccionando sus redes de actuación en las ciudades y regiones.
Como si fuera poco, gobiernos en entredicho, como el de Nicolás Maduro, se sienten tan seguros de sí mismos y del apoyo que reciben de sus poderosos aliados, que ya ni siquiera se sonrojan al tomar partido por unos delincuentes, o por otros, convirtiéndolos en ejércitos subsidiarios al servicio de la revolución chavista.
Pero ante semejante panorama de niebla y confusión sociopolítica, aparecen las Fuerzas Militares y de Policía como el hilo conductor de la seguridad y la protección del ciudadano.
Sin caer en veleidades o tentaciones ideológicas y partidistas, las Fuerzas, en conjunto, han aumentado su ofensiva en un 70 por ciento, paralizando a casi 1400 delincuentes.
Al mismo tiempo, han venido ejecutando delicadas misiones preventivas como la destrucción de casi dos mil artefactos explosivos. Misiones preventivas que pasan desapercibidas pero que son las más valiosas por cuanto salvan vidas y evitan el sufrimiento progresivo.
Adicionalmente, la lucha contra el narcotráfico no cesa, los cultivos ilícitos y la minería criminal se ven golpeados sistemáticamente, el apoyo humanitario en el marco de la emergencia sanitaria se multiplica y el fortalecimiento de la frontera con Venezuela se perfecciona para impedir que al dictador se le ocurra emprender nuevas y desmedidas aventuras.
Semejante esfuerzo deja tendidas en el campo de batallas 15 almas nobles, combatientes valerosos que han ofrendado su vida por la convivencia democrática y la integridad nacional.
Son ellos los que, con su heroísmo obligan a proseguir las tareas decisivas y a garantizar el funcionamiento de un sistema democrático tan sometido como está a todo tipo de factores de riesgo e inestabilidad.
En definitiva, unas Fuerzas que, sin fracturas, ni lisonjas, ni lasitud alguna, libran el combate en escenarios de todo tipo para que los traficantes de uno u otro pelambre sepan que el destino de la patria no está en juego bajo ninguna circunstancia ni pretexto.
vicentetorrijos.com