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Si Dios Quiere

Por: John Didier Rodríguez

Tras varios meses de frustración de no poder hacer muchas de las cosas que habíamos planeado para este año 2020 por cuenta del Coronavirus, queda demostrada la vigencia, ahora más que nunca, de una frase que escuchábamos de nuestros abuelos y padres, si Dios quiere.

Cuando el 31 de diciembre una persona se hace propósitos para el nuevo año, uno sinceramente, jamás piensa en todos los obstáculos con los que se va a enfrentar en el transcurso de los días venideros y por eso además de los dichos de nuestros antepasados debemos incluir dentro de nuestro léxico pasajes bíblicos que nos advierten que no somos dueños del tiempo y de las circunstancias. “Más bien, debierais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello”, Santiago 4:15

Claro, siempre pensamos que tenemos el control de todo. Son muchos los proyectos que se quedaron en veremos, que a lo mejor ya no se van a poder realizar o que se podrán sacar adelante pero en otras circunstancias y contextos como por ejemplo las celebraciones de los cumpleaños, de los matrimonios o grados de los estudios terminados.

Este virus nos ha planteado escenarios que a lo mejor solo hacían parte del guión de una película o novela pero que la vida nos ha dado la oportunidad de mirar que lo impensable puede hacer parte de nuestra cotidianidad.

Qué sorprendente ver en la Palabra de Dios descripciones completas que se ajustan a nuestra realidad de hoy. “¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello. Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala”, Santiago 4:13-16.

Así que no somos dueños ni de la vida, porque hemos visto a muchos jóvenes despedirse de este mundo.  Sería prudente vivir nuestra vida como si supiéramos que será el último día de nuestra existencia para evitar dejar cuentas pendientes y sin saldar, y no lo digo tanto  a título de dinero sino de cosas que debemos perdonar, expresiones y acciones de cariño que deben ser más frecuentes en nuestra vida. La reconciliación incluso con nosotros mismos es urgente. Es justamente por eso, porque no estamos bien en nuestro interior, que no logramos encajar en las relaciones con los demás.

Así las cosas, deberíamos disfrutar más del momento, del hoy, y no cultivar resentimientos, amarguras. Qué pasaría si el mañana no llega para nuestra vida? Disfrutamos de lo que tenemos?, damos gracias por lo que tenemos?, compartimos y dijimos te amo a los seres que hacen parte de nuestra familia?

Es bueno planear, echar cuentas, proyectarse pero también reconocer que nuestra vida y nuestro futuro dependen del Todopoderoso. “Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia”, Romanos 9:16

A veces somos conscientes que nuestros actos no son honestos y creemos que la gente, las autoridades, no se van a dar cuenta y que uno puede salirse con la suya, que no nos van sorprender, que no nos va  pasar nada y a lo mejor pensamos que después nos arrepentiremos y que Dios como es bueno nos perdonará. Pero la verdad, lo mejor es no dejar de lado este pasaje bíblico: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” Galatas 6:7.

En ese orden de ideas, lo mejor será procurar hacer las cosas bien, porque quizás cuando llegue nuestra hora de partir no tengamos tiempo de arrepentirnos. “Andad en todo el camino que Jehová vuestro Dios os ha mandado, para que viváis y os vaya bien, y tengáis largos días en la tierra que habéis de poseer”, Deuteronomio 5:33

Para nadie han sido fáciles todos estos días de aislamiento. Queremos que cese la horrible la noche. Pero hay que decir que en la vida, con pandemia o sin pandemia, siempre tendremos dificultades y por lo tanto lo mejor será desarrollar una fe que nos permita poner nuestra vida y nuestras cosas en las manos de Dios.  “Y Dios va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides”, Deuteronomio 31:8.  Porque es él quien me ayuda en todo momento y lugar de manera que yo pueda decir: “Ordena mis pasos con tu palabra, Y ninguna iniquidad se enseñoree de mí”,  Salmos 119:133.