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Retirando los escombros… para poder edificar

Cada vez que iniciamos un nuevo proyecto, estamos llamados a edificar cosas buenas con fundamentos fuertes y resistentes, pero también a reforzar otras áreas que requieren especial atención en nuestra vida. Ante esto, conviene preguntarnos de una manera muy sincera lo siguiente:

¿Qué cosas vamos a edificar?

¿Qué cosas vamos a reforzar?

Para edificar, lo primero que debemos hacer es limpiar el terreno, prepararlo, para, de esta manera, comenzar la edificación. Este proceso suele ser muy desgastante y, en ocasiones, trae desánimo debido a que levantar y retirar los escombros requiere mucha paciencia, tiempo y disposición.

Nehemías 4:10
Y dijo Judá: Las fuerzas de los acarreadores se han debilitado, y el escombro es mucho, y no podemos edificar el muro.

Muchas personas comienzan con entusiasmo algún proyecto, pero al notar el trabajo que este requiere (quitar los escombros), van perdiendo el interés, se sienten frustrados y, en algunos casos, se detiene la obra. Los escombros dificultan la labor, pero hay que retirarlos; los escombros pesan, estorban y nos cansan.

En nuestra vida personal, podemos considerar como escombro todas aquellas cosas que nos impiden avanzar, crecer y edificar cosas buenas. Para ser más claro, les voy a mencionar algunos ejemplos de posibles escombros que nos pueden estar estorbando en nuestro crecimiento personal:

  • No olvidar el pasado
  • La falta de perdón
  • El orgullo
  • Los deseos egoístas
  • Aferrarse a lo material
  • Seguir las costumbres de este mundo

En resumidas cuentas, hay muchos escombros que nos frenan, nos retrasan y nos impiden crecer de una manera saludable y fuerte como hijos de Dios. Si no retiramos estos escombros, no podemos edificar nunca; quitar todo lo que estorba de nuestra vida es una decisión personal, y mientras más rápido la tomemos, más rápido veremos resultados positivos en nuestras vidas.

Para reforzar, también debemos detectar las grietas que puede tener nuestro corazón, esas situaciones no resueltas que aún nos mortifican y nos desalientan, tales como:

  • La amargura
  • El resentimiento
  • La soledad
  • La culpa
  • Las frustraciones
  • La tristeza

Son demasiadas las grietas que puede tener nuestro corazón; por esta razón, debemos identificarlas y permitir que nuestro Buen Dios nos restaure y, de esta manera, podamos recibir la sanidad esperada.

Isaías 30:13
Por tanto, os será este pecado como grieta que amenaza ruina, extendiéndose en una pared elevada, cuya caída viene súbita y repentinamente.

Reconocer los escombros y detectar las grietas de nuestra vida es urgente para poder avanzar, y cuando el terreno de nuestro corazón esté limpio, podremos edificar grandes muros y tendremos la fuerza y el entusiasmo para disfrutar de todas las bendiciones que Dios tiene para nosotros.

Escrito por Édgar Jaimes