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Que Biden haya renunciado a la candidatura y apoye a Kamala, tal como lo han hecho también los Clinton y los Obama, no es algo que facilite el triunfo en las presidenciales y podría desembocar en todo lo contrario.

🌐 ASTROLABIO # 269 - VIERNES, 09 DE AGOSTO DEL 2024

 

Es cierto que ella ya está nominada como candidata del partido.  Pero aunque no sea espurio, ese será un resultado atípico y opaco, es decir, acomodaticio.

1- Está claro que Biden se hallaba condenado al fracaso debido a sus limitaciones funcionales y por eso hizo bien en renunciar.  

Pero, si eso es cierto, ¿ por qué no lo hizo antes ?  ¿ Por qué su propia vicepresidenta no lo hizo consciente un año atrás, cuando tales disfunciones eran ya estremecedoramente evidentes ?

2- Aún así, ¿ la renuncia de Biden puede considerarse como una decisión verdaderamente autónoma o, antes bien, como el fruto de una presión de grupo desconsiderada y oportunista motivada por intereses arraigados que, al verse en riesgo, recurrieron a Kamala como agónico instrumento de poder ?

3- Suponiendo que la decisión de Biden haya sido una mezcla de aceptación de la realidad y persuasión forzosa, ¿ cómo se puede justificar su continuidad en el cargo de Presidente, desempeñando funciones que, per se, demandan mayor lucidez cognitiva que las exigibles a un simple candidato ?  

4- Dicho de otro modo, lo integralmente racional hubiese sido, no una renuncia parcial sino completa, con lo cual, los norteamericanos en general, y los demócratas en particular, habrían tenido elementos más confiables para responder al interrogante de, ¿ realmente, quién ha estado gobernando a los EEUU durante, por lo menos, año y medio ?

5- Más aún, si los chinos decidieran invadir mañana a Taiwán ; si Putin invadiera a Moldavia en octubre ; o si Irán le declarase la guerra a Israel, ¿ los motivos por los que Biden renunció a la candidatura no serían más que suficientes para que le hubiese cedido oportunamente el cargo a la Vicepresidenta ? 

6- En semejante hipótesis traumática, y aunque pudiese ser un razonamiento contrafáctico, la siguiente pregunta sería perfectamente válida : ¿ en quién confiarían más los estadounidenses para la toma de decisiones : en el experimentado Joe Biden, o en la caja de sorpresas que Kamala parece ser ?

7- En cualquier caso, y volviendo al hecho de que la sociedad norteamericana se define como una democracia avanzada, la maniobra de ceder la candidatura a Kamala, interpretada como una especie de monárquica voluntad individual de Biden -o, peor aún, de un sanedrín, oculto en las tinieblas-, contradice, por lo menos, el nombre del propio partido al que ellos pertenecen.

Dicho de otro modo, ¿ a un militante del partido Demócrata le basta con que Biden, Clinton y Obama ordenen de la noche a la mañana que la nueva candidata es esta, o aquella, para votar por esa figura automáticamente, arrastrado por una especie de lealtad implícita y a ciegas, sin que medie ningún tipo de escrutinio, o sin ningún reflejo de democracia participativa, por mínimo que sea ?

8- Por supuesto, podría aducirse, como ya se advirtió al comienzo de este texto, que la postulación de Kamala tendrá que someterse a la estimación de la Convención en la tercera semana de agosto.  ¿ Pero, acaso hay algún ( genuino ) competidor a la vista ?

9- Lo que pasa es que, lejos de despejar los enigmas y misterios, la dinámica de la convención, basada en un hermético unanimismo, podría exacerbarlos aún más.

De hecho, esa previsible combinación tercermundista de caciquismo y clientelismo ( patrimonialismo, al fin y al cabo ) se apoderaría de un escenario en el que Kamala no solo habría soslayado las emblemáticas primarias llegando en paracaídas al ritual : ¡ también tendría que garantizarse los votos mediante prebendas, promesas o, en todo caso, componendas !

10- Cuestión que se hace cada vez más problemática si se tiene en cuenta que a la convención concurren no solo los delegados sino también los llamados superdelegados, formándose así una tenaza que no dejaría completamente tranquila la conciencia.

Y esto sería mucho más ostensible si, desesperadamente, y para tratar de neutralizar tan incómodas circunstancias, el partido terminase montando unas candidaturas artificiales, del tipo comodín, tan solo destinadas a legitimar lo que, de suyo, aparecería como ilícito.

En conclusión, la candidatura Demócrata, y todo el entramado institucional en que se inscribe, no parece ser la mejor construcción colectiva posible ya que el simple afán por derrotar a toda costa a un adversario -por cuestionable que ese adversario sea- suele conducir a desoladoras frustraciones, desastres y derrotas.

 

vicentetorrijos.com