Una nueva forma de expresión ha tomado protagonismo en el paisaje urbano en algunos de los barrios más importantes de la ciudad de Medellín. Carteles, pintas y stickers han convertido el mobiliario público en un lienzo de mensajes que oscilan entre la denuncia social y la polémica. Algunos de estos comunicados visuales condenan la explotación sexual, un acto loable de conciencia ciudadana. Sin embargo, otros parecen bordear la línea de la xenofobia, generando un debate intenso en la comunidad.
Históricamente, los postes y espacios públicos de Medellín han servido como tablones de anuncios para todo tipo de ofertas, desde empleos hasta servicios esotéricos. Pero recientemente, en el barrio El Poblado, han surgido avisos de protesta que reflejan la indignación de algunos ciudadanos frente a escándalos sexuales implicando a extranjeros y el impacto percibido de la inmigración en el costo de vida local.
Estos polémicos carteles han transformado lugares como la calle 10 y el Parque Lleras en escenarios de una oferta y demanda que va más allá de lo comercial. Mensajes como “No gringos. Impidan que los colonizadores inflen los precios” y “No llames turismo a tu pedofilia” han emergido, desencadenando una conversación sobre los límites de la protesta y la acogida de los visitantes extranjeros.
Las autoridades locales, conscientes de la tensión, han comenzado a retirar algunos de estos carteles. La vocera de Barrio Provenza, Juanita Cobollo, ha expresado su preocupación por el impacto negativo que estos mensajes pueden tener en la percepción de los visitantes y en la economía local, que se beneficia del turismo y la inversión extranjera.
El secretario de Seguridad de Medellín, Manuel Villa, ha señalado la importancia de abordar estos temas con sensibilidad y educación. Mientras advierte sobre el peligro de estigmatizar a todos los turistas basándose en las acciones de unos pocos y enfatiza la necesidad de mantener un equilibrio que proteja tanto a los residentes como a los visitantes respetuosos de la ley.
Mariana Obando