Porque en plena pandemia por la Covid-19 lo que menos podría esperarse es que surgiese otra dolencia, derivada de aquella, pero sustancialmente distinta, letal e incontrolable.
Literariamente, podría hablarse de un escenario apocalíptico ; pero, técnicamente, desde las relaciones internacionales y estratégicas, resulta más apropiado hablar de una emergencia global de máxima complejidad ( EGMC ).
Como sea, lo importante es preguntarse si estamos verdaderamente preparados y concienciados para enfrentar semejante situación.
En concreto, se trata de la «mutación de los visones», es decir, la variante del virus que actualmente se padece entre la población de esos graciosos animales, en Jutlandia, Dinamarca.
Obviamente, es un misterio por qué la variación se ha registrado entre aquellos mustélidos ( colectivo de comadrejas, tejones, nutrias, hurones, martas y glotones ), y por qué en Escandinavia, pero lo cierto es que se trata de un peligro para la humanidad entera.
Y más que un riesgo, es un peligro, por tres razones.
Primero, porque, a pesar de que muchos quieran negar la realidad, se estaría demostrando, incontrastablemente, que el virus se transmite de humanos a animales, y viceversa.
Para decirlo sin ambages, ya son más de doscientos los infectados y la cifra sigue creciendo, tal como sucedió hace un año en China.
Segundo, porque las vacunas que se están probando ahora serían inocuas frente a esta mutación, con lo cual, sería necesario volver a empezar las investigaciones al respecto.
Y tercero, lo que es peor aún, porque los estudios ya practicados señalan que, frente a tal mutante, ninguna vacuna funcionaría, convirtiéndose así en el primer ejemplar de resistencia absoluta.
Por lo pronto, y para contener el brote, las autoridades danesas han tomado las decisiones necesarias : sacrificar a los 15 millones de visones que habitaban el territorio, confinar a la población en sus residencias, impedir el transporte desde y hacia la región, y calificar la política asumida como un “cierre real”, para diferenciarla del tire y afloje ‘acordeonesco’ que ha caracterizado el manejo de la Covid.
Medidas drásticas y dolorosas, pero insoslayables.
¿ Qué otra cosa podría hacerse si ya se sabe que no habrá vacuna que valga y que de nada serviría la ilusión de la inmunidad de rebaño, ni la falsa sensación de invulnerabilidad en que viven algunos adolescentes al pensar que el virus solo afecta a los ancianos ?
En otras palabras, el gobierno vikingo tiene ahora la enorme responsabilidad de impedir que Jutlandia se convierta en un Wuhan.
Pero todos tenemos la obligación de ser solidariamente rsponsables, mute como mute el virus, o surjan las amenazas que surjan.
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Vicente Torrijos es profesor de asuntos estratégicos en la Escuela Superior de Guerra.
vicentetorrijos.com