Bogotá, 23 septiembre de 2024. El programa ADN Dignidad continúa transformando la vida de centenares de miles de personas migrantes venezolanas, colombianas retornadas y comunidades de acogida en Colombia. De acuerdo con los resultados de la evaluación del programa, realizada por la firma internacional 3ie (International Initiative for Impact Evaluation) entre septiembre de 2023 y febrero de 2024, las transferencias monetarias no condicionadas entregadas durante seis meses, han logrado mantener en el tiempo, la mejora de la calidad de vida de las personas beneficiarias más vulnerables, en dimensiones claves como su seguridad alimentaria, sus ingresos, sus hábitos de ahorro y de gasto y su bienestar general.
La evaluación de impacto muestra que las personas participantes de esta iniciativa han experimentado cambios positivos, en Bogotá y los departamentos de Cundinamarca, Atlántico, Magdalena y Nariño. En esta segunda fase, la evaluación de impacto analizó los efectos del programa ADN Dignidad, encontrando beneficios importantes y notables a partir del apoyo brindado incluso a largo plazo, es decir hasta 18 meses después de haber finalizado la entrega de la asistencia. Esos resultados confirman los efectos de la primera fase, en donde se midió el impacto a corto plazo: es decir 3 meses después de haber recibido la ayuda.
Al recibir transferencias monetarias no condicionadas y mensajes claves en alimentación saludable, economía familiar y regularización de su situación migratoria, las personas beneficiarias no solo tienen un aumento en sus ingresos y una mejora en el acceso a suficientes alimentos, sino que también experimentan un alivio real en su vida cotidiana, después de haber perdido sus medios de vida al migrar. Han podido tomar decisiones que impactan positivamente en su bienestar: “me he sentido más satisfecha porque he podido tener una mejora familiar y
puedo ayudar a mis padres con más facilidad”, asegura Karina Morales, participante del programa.
Uno de los hallazgos más relevantes del estudio consiste en la reducción de un 25% de las estrategias negativas de supervivencia alimentaria con respecto a las personas no beneficiarias, en el corto plazo. Este efecto es duradero y luego de más de un año de finalizada la ayuda monetaria, las personas beneficiarias continúan reduciendo estas estrategias un 13,4% menos con respecto a las personas no beneficiarias. Específicamente, estas estrategias incluyen depender de alimentos más baratos o disminuir el número de porciones diarias para rendir los recursos.
A nivel económico, las personas beneficiarias del programa ADN Dignidad reportan un aumento del 14% en los ingresos por persona en el corto plazo, así como un incremento del 14% en el número de horas trabajadas a la semana, esto en comparación con las personas no beneficiarias del programa.
Otro aspecto destacado durante el estudio fue la disminución de la dependencia de remesas. Las personas beneficiarias reciben un 45% menos en remesas a largo plazo en comparación con las personas no beneficiarias, en cambio ahora, logran enviar un 38% más remesas reflejando una mayor independencia financiera.
En cuanto a la sensación de bienestar, las personas beneficiarias informaron una percepción de menor violencia e inseguridad en su vida cotidiana en el corto plazo, con una disminución del 37,7% en comparación con las personas no beneficiarias. En el largo plazo la satisfacción con la vida fue un 4,6% mayor, consolidando el impacto positivo del programa en la calidad de vida de las personas participantes.
“Una ayuda monetaria unida a educación sobre hábitos alimentarios saludables, gestión presupuestaria y asistencia jurídica puede lograr efectos sostenidos en el tiempo. Además, los programas de transferencias monetarias no condicionadas son una herramienta efectiva de integración social de la población migrante, mejorando su bienestar general y contribuyendo a la cohesión social positiva” menciona Eric Besse, Director del programa ADN Dignidad.
De este modo, la investigación ha revelado que las transferencias monetarias no condicionadas más que una ayuda económica, representan un alivio para centenares de miles de personas migrantes y refugiadas, brindándoles no solo la oportunidad de reconstruir sus vidas, sino también de fortalecer los lazos entre migrantes y sus comunidades de acogida, creando redes de apoyo mutuo donde la dignidad y la solidaridad prevalezcan.