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Más allá del mito de que ningún imperio ha podido nunca controlar el territorio afgano, lo que allá se está viviendo es una nueva, una muy enigmática derrota para los Estados Unidos.

 ASTROLABIO # 116 / VIE 20 AGOSTO 2021

Y al hablar de derrota de los Estados Unidos, de lo que se habla es de una derrota del sistema político en su conjunto, no solo del gobierno.

A sabiendas de que los talibanes de hoy son exactamente los mismos que en el 2001 facilitaron los ataques terroristas del 11-S, el gobierno republicano anterior los convirtió en interlocutor político válido y prohijó unos acuerdos que, en la práctica, les entregaban ( les devolvían ) el poder a los verdugos.

Por su parte, el actual gobierno demócrata aceleró la derrota anunciada generando un vacío de poder antológico, a tal punto que ni siquiera los propios extremistas pueden creer que hayan logrado tomarse en un santiamén Kabul y, por ende, el mismísimo palacio presidencial.

En tal sentido, se trata también de un fracaso en el campo estratégico y militar que pulveriza los avances intelectuales y operacionales logrados con tanto esfuerzo en materia de contrainsurgencia.

Mientras los generales Marshall y MacArthur reconstruyeron en pocos meses a Europa y Japón sentando las bases de la victoria final sobre la Unión Soviética, los militares de hoy no pudieron, en veinte largos años, organizar un ejército legítimo que monopolizara la fuerza, repitiendo así el error medular cometido hace medio siglo en la península Indochina.

Como si fuera poco, también es una fenomenal derrota político-diplomática.  

Las delegaciones y contingentes de países amigos que se comprometieron con los Estados Unidos en la acción colectiva contra el terrorismo están huyendo ahora en medio de mayúsculo pavor ; el fallido Estado afgano no pudo ser reconstruido para hacerse funcionalmente cooperante ; y, en cualquier caso, si se tratase solo de Afganistán, el problema no sería tan grave.

En efecto, el drama se multiplica si se tiene en cuenta que, en esencia, es el mismo que hoy se está evidenciando en Irak, cuya ocupación resultó igualmente infructuosa a tal punto que el país se encuentra a merced de los persas, constituyendo así un escenario muchísimo peor que el de haber mantenido en el poder a Sadam Hussein y los suníes.

Pero, en el fondo, la catástrofe tendrá que medirse no tanto en el presente sino en el futuro y, principalmente, por el impacto que tendrá a nivel sociológico, y en tres planos concretos : confianza, credibilidad y estabilidad.

Primero, la confianza, porque difícilmente un gobierno aliado podrá tener la certeza de que los Estados Unidos sostendrán sus compromisos a largo plazo en la lucha contra los antagonistas comunes.

Paralelamente a la astenia de Ashraf Ghani, este cataclismo evoca la difícil situación del trío presidencial Thieu - Huong - Minh en Vietnam y remarca el peligro de muerte en que en este mismo instante se hallan los miles de ciudadanos afganos comunes y corrientes que colaboraron con Washington en el combate al terrorismo y que ahora, en la trifulca del aeropuerto de Kabul, no alcanzarán a ser evacuados hacia Kosovo, o Albania.

Segundo, la credibilidad y, en particular, la del propio ciudadano norteamericano hacia su aparato institucional que un día emprende la legítima defensa contra los talibanes pero veinte años más tarde se retrae, claudica y se retira sin poder siquiera garantizar la evacuación de sus compatriotas, o del personal de la embajada, asociando lo que pasa hoy en Kabul con las angustias de lo acontecido en el 75, en Saigón.

Y tercero, la estabilidad, porque como se dijo al comienzo de este texto, los talibanes de hoy son los mismos del 11 de Septiembre, con lo cual, es apenas natural que en su territorio estén volviendo a albergar y a auxiliar a varios grupos violentos que luego se esparcirán por el planeta apoyando a toda suerte de integristas.

En definitiva, la pregunta fundamental en toda esta cuestión no puede ser otra que la de cuánto tiempo tardarán los Estados Unidos en particular, y el hemisferio occidental en general, en volver a padecer un ataque terrorista tan espantoso como aquel que, justo por estos días, se está conmemorando.

vicentetorrijos.com