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Los avances del sector energético colombiano para detener el cambio climático

En el caso particular de la generación de energía eléctrica, Colombia ha enfocado su estrategia en la diversificación de su matriz energética impulsando las llamadas Fuentes No Convencionales de Energía Renovable (FNCER), en particular los proyectos solares y/o eólicos, y, más recientemente, con el lanzamiento de la ruta del hidrógeno, que busca promover proyectos de hidrógeno verde en el país.

“Colombia tiene una ventaja comparativa respecto de otros países: su matriz de generación eléctrica es mayoritariamente limpia, pues se basa en hidroeléctricas. Eso hace que la presión por la transición sea menor que la que experimentan países cuya generación tiene la carga de ser altamente contaminante” afirmó Álvaro Josúe Yáñez, Socio en CMS Rodríguez-Azuero. 

Colombia no solo ha avanzado en la estructuración del marco regulatorio para el impulso de las energías renovables; en el terreno práctico se ha podido constatar el efecto de las medidas adoptadas. Así, por ejemplo, se pasó de 1MW de capacidad solar instalada en 2015 a 225 MW finalizando el 2020, gracias a la adopción de medidas e incentivos tributarios para este tipo de proyectos, que se reiteraron y ampliaron en la Ley de Transición Energética.

Adicionalmente, Colombia cuenta con la Política Nacional de Cambio Climático-PNCC, la cual ha sido definida como una herramienta de política pública creada para la gestión del cambio climático, con un enfoque sectorial y territorial que permita incorporar dicha gestión en las decisiones públicas y privadas. Bajo dicha política se articulan otras estrategias en las que el país ya venía trabajando, tales como el Plan Nacional de Adaptación, la Estrategia Nacional de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de Bosques y la Estrategia Colombiana de Desarrollo Bajo en Carbono.

Los objetivos trazados por el Gobierno Nacional para el 2031 son muy ambiciosos, particularmente en lo que tiene que ver con reducción de emisiones de gases con efecto invernadero y deforestación, pero al mismo tiempo, con una adecuada planificación, y sobre todo, una prudente ejecución, parecerían metas alcanzables. En este sentido, en opinión de Yáñez, lo importante no es solamente llegar a la meta trazada, sino escoger de manera adecuada y ordenada el camino para llegar a dicha meta, entendiendo que la manera en que se emprenda la transición energética puede tener -y tendrá- efectos importantes en la economía, y que estos efectos pueden ser positivos o negativos dependiendo de la manera en que dicha transición se ejecute.

“Uno de los mayores retos en toda transición es tener siempre presente que la forma en la cual se adelante puede tener alto impacto sobre la economía del país, y particularmente sobre el bolsillo del ciudadano, y la actual situación en España es un ejemplo muy ilustrativo. Se trata de generar de manera limpia, pero también de manera económicamente eficiente” concluyó Yáñez.