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Lo peor que le puede pasar a un país es es que la violencia se “normalice” en su territorio.

 ASTROLABIO # 81 / VIE 25 DICIEMBRE 2020

Y eso es justamente lo que la ONU concluye que está sucediendo en Colombia.

Por supuesto, la situación se agrava si se considera que después de ocho años de negociados en La Habana, por fin el país iba a liberarse del yugo de los violentos.

¿ Cómo es posible que la situación se haya tornado tan contradictoriamente grave ?

Queda claro que la respuesta no puede hallarse en el desempeño de unas Fuerzas Armadas que siguen siendo la columna vertebral de la estabilidad histórica de la democracia.

Tampoco se puede cobijar con la xenofobia, o la pandemia, endosándoles a los atribulados compatriotas venezolanos, o al virus, la proliferación de bandas, la eliminación selectiva y sistemática, el control social paralelo, la explosión del crimen y la impunidad que a diario estimula la justicia por mano propia.

De hecho, hay quienes creen que todo obedece a los intereses políticos individuales que se han encargado de instrumentalizar y cosificar la seguridad.

Otros, suponen que todo estriba en el frágil concepto legalista que anima a la política de seguridad.

Y otros tantos piensan que el problema reposa en una paradoja, la de pensar que solo cuando el Estado esté presente en todas sus dimensiones en ciertas zonas intervenidas ( subsidiando y asistiendo paternalmente ) el desarrollo capitalista podrá darse.

Yo no creo en ninguna de esas tres afirmaciones.  

Sería injusto desconocer el gigantesco esfuerzo de centenares de servidores que se están jugando la vida diariamente contra los sediciosos.

Con todo, es necesario escuchar a las Naciones Unidas y, sin eufemismos, agitar el debate en el marco de lo que podríamos llamar el fomento y la reafirmación de una cultura de defensa.

¿ Qué tan funcional puede ser una democracia sometida -como refleja la Organización- a «66 masacres durante este año, en las que 255 personas fueron asesinadas, en 18 departamentos del país» ?

¿ Qué tanta “violencia persistente” y aguda puede resistir una sociedad democrática antes de delegarle el problema a los populistas que permanecen al acecho ?

Y, por último, ¿ cómo lidiar con los gobiernos hostiles del vecindario que amparan a los terroristas, los interpretan, los representan, los auxilian y los convierten en venerables ante los jóvenes de los jóvenes despechados, ansiosos por enarbolar en una causa ?

¿ Cuáles son, en este país, los verdaderos orígenes y los propulsores de la radicalización y el extremismo ?   

* * * 

vicentetorrijos.com