La orfandad del ser humano

Es bien conocido en casi toda sociedad del mundo, el fenómeno que ha ocurrido a través de los años con los roles fundamentales del hombre y la mujer en la familia y la sociedad. Como se fue perdiendo el diseño original de Dios, y la esencia y el propósito y distorsionando, perdiendo sus claros lineamientos, al punto del hombre y la mujer; algo tan claro, tan íntimamente arraigado en el ser de cada uno y de la sociedad en general, se fue obscureciendo y distorsionando , perdiendo sus claros lineamientos, al punto de ser algo que hoy cada uno decide según su gusto, su preferencia, pero fuertemente influenciado por una sociedad en la que reina la confusión y el despropósito. 

Ya no le pertenece al diseñador decirnos como nos diseñó sino pensamos que tenemos la capacidad de “hacernos” a nosotros mismos. De ahí que se ha levantado una generación que no sabe quién es y mucho menos, para qué está. Viven confundidos y no saben lo que quieren, así que terminan siendo cualquier cosa.  

Esta es la razón por la que hay tantos huérfanos físicos y emocionales en el mundo. Tantos hombres y mujeres incapaces de ser esposos y padres, tantas mujeres que buscan suplir sus necesidades afectivas en pozos secos que los dejan más vacíos y solos. Y todo esto, da como resultado la incapacidad de los hombres y las mujeres de hoy, ejercer un liderazgo totalmente efectivo y benéfico, que haga frente a los graves problemas en que se encuentra sumida la sociedad. 

Pero todo tiene un origen espiritual y es que el hombre se ha quedado solo, pero solo de Dios. Al apartarse de su creador, al confiarse en su propia sabiduría, al poner su confianza en su propia prudencia, se ha quedado solo, en una dolorosa orfandad que nada ni nadie puede llenar.

(Lamentaciones 1:1-11). 

Ser padres, ser madres, es el resultado de un proceso de madurez. Cuando hemos aplicado los principios de salud a nuestra vida, el amor fluye libremente, ya no nos sentimos esclavos. Podemos entonces colocarnos como ejemplo y volver por nuestros hijos para ayudarlos a recorrer el camino de la libertad. 

La más grande necesidad de hoy es que como hijos de Dios, nos levantemos con una imagen restaurada, con dignidad, con valía, con una verdadera esencia divina y un real propósito para vivir, dignos representantes suyos en las familias de la tierra; ejecutores de la autoridad de Dios en el mundo, madres y padres que guíen, enseñen, acompañen y ayuden a crecer. 

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Escrito por Juan Carlos Gaviria y Yolanda Salazar