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La administración pública dando palos de ciego

Por: John Didier Rodríguez

Son muchos los médicos que en este momento están desempleados en Colombia. Yo conozco varios. Todos los días vemos informes periodísticos donde además denuncian que son mal pagos, que les deben salarios, que están por órdenes de prestación de servicios, y que no cuentan con suficientes herramientas de bioseguridad.

Y es ahí donde uno puede decir, si hay personal profesional sin trabajo en nuestro país, ¿por qué traer médicos de Cuba como lo solicitó el alcalde de Medellín, Daniel Quintero?

Pues esa puerta que abrió el mandatario de la capital antioqueña generó toda una controversia y convirtió el debate en un hecho político y no en el que debería sobre la pertinencia de la medida.

En este caso sería mejor contratar a los médicos colombianos que estén desempleados y mejorar las condiciones laborales de los que están en este momento al frente del cañón. Así lo recomiendan las sagradas escrituras: “Pero si alguno no provee para los suyos, y especialmente para los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo”. 1 Timoteo 5:8.  Eso es como cuando en casa un papá se molesta porque le piden para una bolsa de leche para sus hijos, pero si no tiene problema en dejar parte de la quincena en el bar del barrio.

Más allá del debate de si ellos vienen a adiestrar sobre su filosofía e ideario político, si son o no buenos profesionales como se les ha descalificado en redes sociales, creo que la controversia no debería de plantearse en esos términos sino en el valor de la vida, que entre otras cosas, algunos dudan que sea  el argumento que motivó a Quintero para justificar la solicitud.

Definitivamente aquí no se desaprovecha oportunidad para, sobre cualquier idea o propuesta, matricular a una persona en una orilla distinta, para atacar o defender, o para encasillar en la izquierda o en la derecha.

Lo cierto es que observo que muchas de las acciones que dan los mandatarios siguen siendo palos de ciego y siguen errando en su manera de administrar. Traer médicos cubanos no implica ningún ahorro porque eso no sale gratis ya que se debe asumir el costo de un desplazamiento, transporte, logística, alojamiento, y alimentación entre otros para ese personal. Todo vale, nada es gratis.

Además esta emergencia amerita que los impuestos que pagamos los ciudadanos sean invertidos en la prioridad del momento como es la salud y la vida de la gente. ¿Acaso no es eso lo que hace un padre de familia cuando alguien en casa se enferma?. Entonces ¿por qué no pagarle lo que se debe a los médicos colombianos?; por lo menos tienen ese derecho a la  luz de la Palabra: “El obrero es digno de su salario”, 1 Timoteo 5:18.

Otro de los desaciertos del ejecutivo estuvo por la Casa de Nariño. Qué tal “la perla” de emitir un decreto para ayudar a los colombianos con el subsidio a los servicios públicos sin la firma de dos de los ministros a sabiendas que era un requisito para la validez de la medida. Claro, aunque la Corte Constitucional tenía la opción en regresar el documento para corregir el error, decidió declararlo inexequible con el perjuicio de afectar un alivio para los más vulnerables.

Tremenda negligencia e ineficiencia tanto del ejecutivo como de la rama judicial. Queda la duda si el asunto responde a un hecho premeditado para hacer creer que se piensa más en la gente que en las empresas. Muy claro lo expresa Dios en su palabra: “También el que es negligente en su trabajo es hermano del que destruye”, Proverbios 18:9.

Si bien ha habido indisciplina por parte de algunos ciudadanos en el cumplimiento de las disposiciones, también es cierto que los yerros que han cometido los mandatarios, incluido el presidente Iván Duque y sus ministros, pasa por la ausencia de una verdadera campaña agresiva de cultura ciudadana.

Esta lucha contra la pandemia se gana no comprando ventiladores, se gana construyendo una mejor sociedad a punta de educación para generar conciencia del autocuidado pero justo ahí han sido muy pobres los resultados de los gobiernos nacional, municipal y departamental. Se han cometido errores desde un principio en la orientación del ejecutivo hacia la comunidad. No se nos puede olvidar que al principio de la pandemia nos dijeron en reiteradas oportunidades, que sólo debía usar tapabocas el que estuviera enfermo y resulta que ahora multan al que no lo porte.

Hay tanta desinformación patrocinada por la falta de presencia de una estrategia educativa que muchas personas no creen aún en la amenaza y letalidad de la pandemia. Si hay campaña de mensajes, pero no es contundente y en los niveles que se necesita para posicionar un conocimiento. Claramente lo advierte el Señor en el pasaje que dice: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento”, Oseas 4:6.