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Israel, una elección inesperada

Imagine lo que usted y yo habríamos dicho si nos hubieran pedido nuestra opinión sobre la forma en que Dios debía poner en marcha y agilizar su gran plan de salvación para un mundo perdido, ¿habríamos nosotros considerado Abraham y Sara para poner en marcha ese plan?, probablemente no y permítame explicarle el porqué.

Primero que todo, la sociedad actual tiene una obsesión con los números y el hecho de que Dios escoja solo dos personas, parece una jugada muy arriesgada; desde nuestra perspectiva, Dios habría sido más sabio al escoger a la gran multitud que construyó la Torre de Babel.

Al fin y al cabo, ellos habían logrado algo de lo cual sentirse orgullosos, hasta que Dios acabó con ese proyecto, de hecho, la esencia del problema con la Torre de Babel fue el orgullo, el eslogan de “cuánto más grande más hermoso”, parece ser un eslogan muy inteligente, pero Dios nos da la siguiente aseveración:

“No menosprecien estos modestos comienzos, pues el Señor se alegrará cuando vea que el trabajo se inicia” 

Zacarías 4:10

Jacob y su familia fueron a Egipto y al final se convirtieron en una gran nación, unos cuantos panes y peces sirvieron para alimentar a miles de personas, lo poco es mucho cuando está en las manos de Dios; en Isaías 51:2 encontramos una verdad que Dios revela con respecto a Abraham “cuando no era más que uno solo lo llamé y lo bendije y lo multipliqué “, la clave no son los números sino el milagroso poder de Dios.

Abraham fue un testimonio poderoso para quienes lo rodeaban, sencillamente por la forma en que vivía y eso mismo deberíamos ser nosotros,  él admitió que era un extranjero y todos sabían que vivía en una tienda, su hogar era temporal y él estaba dispuesto a mudarse cada vez que Dios le daba la orden, por eso a donde llegaban construía un altar y adoraba no a un Dios de madera metal o piedra,  sino a un Dios de los cielos vivo y verdadero,  era lo suficientemente rico como para construirse una hermosa casa,  pero los peregrinos no viven en casas viven en tiendas.

Podríamos pensar que subir a tierra santa es muy caro, es difícil, o que las situaciones económicas en nuestros países no son las mejores.

Abraham mantuvo sus ojos de fe puestos en su hogar celestial, pero no ignoraba lo que sucedía en su vecindario, cuando hubo guerra en la tierra armó su ejército y con la ayuda de Dios derrotó al enemigo, sin recibir ningún pago por sus servicios, cuando se enteró de que Dios estaba a punto de destruir a Sodoma y Gomorra,  Abraham intercedió por la ciudad pensando en los justos que habitaban en aquella tierra y en su sobrino Lot.  Cuando tuvo que cumplir con la triste tarea de enterrar a su esposa Sara pagó más de lo que era justo por la cueva de Macpela, también se aseguró de que su hijo Isaac se casara con una mujer de la familia para que el pacto con el Señor pudiera cumplirse, Abraham permitió que su luz brillara y quienes lo rodeaban supieron que él era diferente.

Funcionó para Abraham y funcionará para nosotros:

 “Esto lo hacemos al fijar la mirada en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe. – ya que estamos recibiendo un reino inconmovible, seamos agradecidos y agrademos a Dios adorándolo con santo temor y reverencia, 29 porque nuestro Dios es un fuego que todo lo consume”

Hebreos 12:2,28-29

 Escrito por Guillermo Antequera