🌐 ASTROLABIO # 210 - VIERNES, 23 DE JUNIO DEL 2023
Según lo previsto, esa alianza estará destinada a “garantizar la seguridad en el área”, pero, sobre todo, a “liberarla de fuerzas ilegítimas”, léase EEUU e Israel.
De semejante tejido militar harán parte nada menos que Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Bahréin, Irak, India, Pakistán y el propio Irán, claro está.
Sobresale el hecho de que dos antagonistas de vieja data, como India y Pakistán, ambos poseedores de armamento nuclear, hagan parte de la fórmula.
También resulta inquietante que un país como Bahréin aparezca en el mosaico puesto que allí allí se encuentra estacionada la mismísima Quinta Flota de los EEUU, destinada, precisamente, a controlar el convulso Golfo Arábigo ( Pérsico ).
Pero la revelación es verdaderamente impactante porque en ese esquema liderado por los persas aparecen los árabes más influyentes y también los indios.
El problema está en que, justo cuando se esperaba que los saudíes se vincularan al cordón estratégico de los Acuerdos de Abraham impulsados por el presidente D. Trump para normalizar las relaciones entre árabes e israelíes, Riad anunciaba el restablecimiento de relaciones con Teherán gracias a la ingeniosa mediación de China.
En tal sentido, China se adelantó diplomáticamente a los EEUU y se convirtió, de un momento a otro, en un actor decisivo en Medio Oriente, convirtiendo en funcionales a los dos Estados que se disputaban el control en el área e inclinando la balanza estratégica en contra de Jerusalén.
Por otra parte, también es impactante que India se incorpore a la iniciativa persa ya que, hasta ahora, ha hecho parte de la Alianza QUAD ( “Quadrilateral” ) liderada por EEUU contra China.
De tal forma, queda más claro que nunca que Delhi está jugando doble pues no solo ha sido altamente funcional a Rusia desde la invasión a Ucrania sino que ahora, al unirse a Irán, demuestra que será servicial al triángulo de alto nivel, Teherán-Pekín-Moscú.
En pocas palabras, la Alianza Estratégica Ilimitada ( AEI ) sinorrusa está funcionando impecablemente y sus logros, en solo año y medio, son verdaderamente sorprendentes.
Por supuesto, este movimiento en el tablero obligará a Washington a perfeccionar al máximo sus lazos de seguridad en la región.
Debido a que le resultará muy complicado seguir propagando los Acuerdos de Abraham, ahora tendrá que preocuparse mucho más por reforzar a Israel y garantizar que sus Fuerzas de Defensa superen el hábito de librar guerras híbridas y asimétricas contra Hamás, Yihad Islámica y Hizbolá -por cierto, financiadas por Irán- para concentrarse en el desafío propio de las guerras convencionales y las amenazas simultáneas múltiples.
Es cierto que, gracias a la mencionada Alianza QUAD, Washington ha creado una importante cadena de contención física frente a las ambiciones expansionistas chinas.
Esa cadena se extiende aún más gracias a las alianzas ANZUS y AUKUS que los EEUU han ideado para el mismo fin.
Adicionalmente, esa cadena se ve reforzada por un efectivo cordón de acuerdos bilaterales de seguridad suscritos con Indonesia, Vietnam, Malasia y Filipinas.
Sin embargo, todo ese tejido de seguridad se ve ahora muy afectado por la ingeniería naval y aeroespacial de China.
En este momento, la Armada china ya supera en unidades a la norteamericana, y es mucho más joven y moderna, con lo cual, en poco tiempo su movilidad y flexibilidad la superará con creces.
Así, Pekín logrará entablar acuerdos multipropósito muy atractivos en la polinesia, ampliándose hacia el Pacífico y consolidándose a su manera en el Atlántico y el Caribe.
Como si fuera poco, todo esto tiene que ver también con las pretensiones chinas de invadir a Taiwán y lograr la reunificación que para ellos, es el interés existencial.
Incluso, es plausible considerar que la nueva alianza impulsada por Irán sea la pieza que le estaba haciendo a Pekín en su rompecabezas para sentirse respaldada antes de emprender tal invasión.
En tal sentido, los cálculos norteamericanos que prevén el asalto a más tardar en 2027, podrían verse alterados pues el ataque podría producirse mucho antes.
Por ende, lo que habría que preguntarse es si China terminará anunciando que también adhiere a esta nueva alianza promovida por los persas.
Muy hábilmente, Pekín podría estar aguardando a que se proclame la red para anunciar su vinculación a modo de broche de oro, generando así compromisos aún más férreos entre los asociados.
Por supuesto, es difícil asumir que, por inercia, un país como Emiratos Árabes Unidos, por ejemplo, termine apoyando incondicionalmente a Pekín en la invasión a Taiwán, pero una alianza de este tipo ( aun cuando China no se integrara a ella formalmente ) crea, per se, un clima altamente favorable a la reunificación.
En consecuencia, la situación tiende a complicarse cada vez más para los EEUU y la Alianza Atlántica por cuanto si ya es difícil saber si los EEUU respaldarán militarmente a Taiwán combatiendo codo a codo con los isleños, mucho más difícil será saber si países como Hungría o Turquía estarán dispuestos a hacerlo.
Obviamente, ese asalto sobre Taipéi causaría un seísmo económico global, principalmente en materia de alta tecnología, pero tanto chinos como norteamericanos están haciendo sus previsiones al respecto, de tal manera que, en el fondo, la variable estrictamente militar pasa a ser la esencial, con todo lo que implica la noción de operaciones multidominio.
En definitiva, la nueva alianza iraní conmociona sensiblemente el escenario estratégico a escala planetaria, beneficia enormemente a las pretensiones sinorrusas y opera como un estresor adicional para los intereses occidentales.
Sin duda, la forma en que se manejen las relaciones occidentales con los miembros de este nuevo mosaico determinará hasta qué punto seguirá siendo viable la cooperación mantenida hasta la fecha.
Pero, más importante aún, dilucidará con qué actores puede contar cada superpotencia al momento de manejar los delicadísimos escenarios estratégicos que ya se les están viniendo encima.
vicentetorrijos.com