La icónica escultura de más de 5 metros de altura y 5.5 toneladas de peso será sometida a una rigurosa limpieza.
El David de Miguel Ángel ha fascinado al mundo del arte durante varios siglos. No es para menos, porque es considerada una de las grandes obras maestras de la historia del arte; esta escultura de mármol muestra tanto la habilidad de su creador como el enfoque artístico presente en el Renacimiento.
La mítica escultura de 500 años debe ser limpiada minuciosamente cada cierto tiempo. “Es una labor muy importante que hacemos en todas las esculturas del museo, que deben ser limpiadas, desempolvadas y vigiladas para que no haya malas sorpresas”, explica a EFE la directora de la Galería de la Academia, Cecilie Hollberg.
La escultura amaneció hoy rodeada por un gran andamio por el que asciende la restauradora Eleonora Pucci, con brochas y un aspirador a la espalda, en una sala particularmente tranquila, sin afluencia de visitantes. Donde en las próximas horas requerirá de mucha concentración, pues tendrá que retirar poco a poco el polvo de los recovecos del “David” con cepillos, mientras se ponen en funcionamiento los aspiradores del recinto para limpiar el ambiente.
La zona de más difícil acceso es la cabeza, donde la restauradora tiene que limpiar los rizos del pelo en busca de depósitos de polvo y hasta insectos, así como la cara, ojos, labios o el pubis. La limpieza es determinante porque el polvo, los filamentos llevados en la ropa de los 1,7 millones de visitantes anuales o la humedad de la respiración podrían oscurecer este coloso de mármol.
Asimismo, el proceso de limpieza se documenta completamente con fotografías que engrosan un “informe clínico” sobre el estado de conservación de la escultura. “Intentamos tener el museo limpio en todos los sentidos porque un mayor control implica menos amenazas a la escultura. El David está bien, al seguro”, aseguró Hollberg.
Su autor, Miguel Ángel, tenía solo 26 años cuando fue encargado de esculpir una estatua monumental que coronara la catedral de Santa María del Fiore, un reto ante el que otros artistas sucumbieron debido a las proporciones y la poca calidad del bloque de mármol elegido.
Pero Michelangelo Buonarroti, que ya había demostrado su genialidad años antes creando en 1499 la “Piedad” vaticana en la Roma de Alejandro VI, aceptó el encargo y en 1501 empezó a cincelar aquel bloque de mármol en el epicentro del Renacimiento.
La estatua recrea al rey bíblico David antes de enfrentarse al gigante Goliat, pero, al contrario que otros artistas que abordaron el tema antes, como Donatello, Miguel Ángel no optó por retratarlo como vencedor, sino preparado para la batalla, con su honda al hombro.
Juan Camilo Joya