Si bien la agroindustria ha tenido un buen comportamiento, que se evidencia en un crecimiento en 2020 superior al 2,8%, soportado especialmente por sus exportaciones de más de US7.812 millones; y sus proyecciones para este año, según Procolombia, son positivas pese al impacto de económico de la pandemia; lo cierto es que sigue siendo alarmante el déficit de profesionales que podría seguir revitalizando a este sector, pues en el país solo se están formando el 36% de los ingenieros agroindustriales que demanda el mercado.
De hecho, actualmente hay 630 vacantes para este tipo de profesionales, de las cuales solo se están cubriendo el 30% por la falta de recurso humano especializado.
Así lo advierte un reciente informe de la Fundación Universitaria Salesiana, que analizó y cruzó datos del Sistema Público de Empleo (SPE), del Sistema Nacional de Información de la Educación Superior (Snies), del Observatorio Laboral para la Educación (OLE) y del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), entre otras fuentes como el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural.
De acuerdo al análisis, en el momento hay cerca de 300 estudiantes que, solo en Bogotá, se están formando como ingenieros agroindustriales (Snies); el número de graduados en esta carrera, entre 2019 y 2020 en la capital del país, no superó los 60 profesionales; y su salario de enganche laboral está entre los $2’100.000 y $2’300.000, eso sin contar que su índice de vinculación laboral es del 77%, lo que indica que entre 7 y 8 de cada 10 ingenieros agroindustriales consiguen trabajo en menos de 6 meses luego de que se graduaron (OLE).
De igual manera, según información del Dane, el agro es la segunda actividad que contribuye en mayor número a la ocupación de mano de obra en el país, representada en más de 3 millones de personas que laboran en este sector.
Ante este panorama, los ingenieros agroindustriales tienen una oportunidad histórica y se perfilan como uno de los profesionales de mayor relevancia y con mejores expectativas de crecimiento.
De su trabajo depende, por ejemplo, garantizar el abastecimiento de los alimentos a todos los habitantes del país en la post-pandemia; así mismo, están en la capacidad de aportar a uno de los principales debates del momento, como es la reflexión en torno a la importación de alimentos; y finalmente, son fundamentales para cerrar la brecha histórica de necesidades que no le ha permitido al campo tener el mismo nivel de desarrollo que las ciudades.
“Por estas y otras razones, la Ingeniería Agroindustrial está llamada a liderar los nuevos desarrollos del agro, apoyada en las posibilidades que existen de potencializar las diversas actividades productivas y económicas que ofrece el campo colombiano”, dice Camilo Navarro, decano de la Facultad de Ingeniería de la Fundación Universitaria Salesiana