Dos de ellos son rusos y el otro es norteamericano, con lo cual, queda claro que -por lo pronto- a pesar de la guerra en Europa del Este, la cooperación entre las grandes potencias no tiene por qué alterarse.
Con todo, el asunto es muy preocupante debido a la razón por la que ellos quedaron confinados.
En tan solo cuatro semanas, dos tornillos basura de esos que flotan sin fin en el espacio perforaron dos de las naves estacionadas en la EEI y paralizaron los planes.
Casi que, milagrosamente, los astronautas salvaron su vida ; pero, ¿ cuánto tiempo más resistirá la investigación espacial el torrente de desperdicios que -paradójicamente- ella misma ha generado ?
¿ Qué tipo de acuerdo internacional complementario habrá de respetarse, y qué mecanismo ingenieril se requerirá para hacer limpieza mientras se blindan las naves en tránsito, cada vez más numerosas ?
De hecho, por estos mismos días, una embarcación de SpaceX también atracará en la Estación y, aunque no será la encargada del rescate, será una muestra más de la congestión entre aparatos en uso y proyectiles chatarra.
Más preocupante aún ha sido la operación de rescate, propiamente dicha, que se prolongará hasta septiembre, cuando lleguen los tripulantes de reemplazo.
Por supuesto, ahora que el aparato de salvación ya está acoplado, el ambiente parece en la EEI parece más tranquilo, pero si una emergencia adicional se hubiera presentado, la nave averiada ( la Soyuz MS-22 ) habría sido el único medio para regresar cuanto antes a la Tierra.
Aunque, claro, con la muy alta probabilidad de que hubiese explotado, tal como profirió -con humor muy ‘kremlinesco’, por cierto-, el jefe de la sección rusa de la Estación, un antiguo cosmonauta llamado Vladímir Soloviov : « … No tenemos por qué hornear a tres personas ».
En cualquier caso, las investigaciones sobre la Soyuz MS-22 tendrá que ser muy rigurosa puesto que las dudas sobre su funcionamiento persisten.
Al fin y al cabo, la tecnología rusa siempre ha despertado infinidad de interrogantes.
Para no ir más lejos, el simpático Soloviov ha tenido que admitir otra falla reciente, esta vez sobre las baterías de los trajes que, por poco, terminan fulminando a uno de sus hombres.
Por supuesto, lis rusos contemplan todo tipo de reclamaciones sobre el fabricante, pero, entre tanto, ¿ cómo resistir tantas y tan recurrentes fallas simultáneas ?
Lo cierto es que, tal como está previsto, la monumental EEI terminará hundida en el océano en el 2030 y, desde ya, cada uno de los asociados tiene sus propios planes espaciales.
Así que, para entonces, lejos de amortiguarse, las preocupaciones político-técnicas, se incrementarán exponencialmente.
¿ Se contará para entonces con un verdadero régimen espacial internacional que, claramente, vaya más allá del Tratado existente y de los acuerdos parciales que han ido suscribiéndose sobre la marcha ?
De hecho, los rusos iniciarán en breve la construcción de su nueva estación.
Los chinos ya cuentan con la suya, a la que muy pomposamente han bautizado Tiangong ( “ Palacio celestial ” ) ; y los norteamericanos sueñan con convertir a la Luna en una plataforma para colonizar Marte.
De tal manera, la diplomacia sideral estará puesta a prueba de modo más intensivo que durante la propia Guerra Fría.
Y aunque subsisten restos de cooperación como los que han permitido salvar la vida de dos rusos y un estadounidense, el panorama no resulta muy esperanzador.
Empezando por el manejo de la basura y sus inesperadas consecuencias.
Y rematando con el sarcasmo de Soloviov.
vicentetorrijos.com