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Hace mucho que debió terminar el gobierno provisional de Juan Guaidó.

 ASTROLABIO # 185 / VIE 31 DICIEMBRE 2022

 

Y no del modo en que está feneciendo, sino mediante su renuncia oportuna y gallarda.

 

Porque ahora, la propia Asamblea que llegó a ganar las elecciones y en las que residía la legitimidad que le sustentaba es la que, al retirarle la confianza, le está exigiendo que se vaya.

 

Y no porque la primera votación en su contra haya sido un estruendoso 72 / 23, sino porque, a estas alturas, tal Asamblea también ha perdido el reconocimiento del que, efímeramente, alcanzó a gozar.

 

Lo que está claro es que, en la práctica, fue el gobierno Trump el que creó todo ese sistema paralelo y lo dotó de los fondos que le negó a Maduro.

 

Por supuesto, lo hizo con el fin de aplicar una tenaza tanto política como económica para derrocar a ese régimen y restablecer la democracia con Guaidó como el ungido.

 

Pero ni lo uno, ni lo otro.

 

Primero que todo, porque el carisma del muchacho era interesante pero no dejaba de ser una maniobra inspirada desde afuera.

 

En efecto, para completar el operativo, Trump formó una coalición con Duque y Bolsonaro que, so pretexto de introducir una monumental ayuda humanitaria, requería de un respaldo militar proporcional.

 

Respaldo que, por absoluto desconcierto, los propios urdidores evadieron.

 

Luego ensayaron la vía diplomática y fundaron el Grupo de Lima que, si se combina con lo anterior, constituye el mejor ejemplo de fiasco diplomático en la historia americana.

 

Segundo, Maduro supo manejar muy inteligentemente el desafío y, en vez de encarcelar a Guaidó, lo absorbió hasta marchitarlo por físico desgaste.

 

Dialogando, acomodando, conteniendo y, sobre todo, tolerando, el régimen dejó que el tiempo se encargara pues ni siquiera en sus inicios contó con la mitad del apoyo internacional que Maduro recibía.

 

Y tercero, como si fuera poco, la población misma empezó a percibir todo ese andamiaje de poder virtual como un foco de privilegios.

 

Privilegios para canalizar en beneficio de un círculo de correligionarios los recursos genuinamente venezolanos provenientes desde afuera.

 

En resumen, todo un engendro mediático, mercadotécnico y erosivo que puede agregarse a la antología de la chapuza en la que ya figuran Bahía Cochinos, el Irangate, Unasur, Prosur, y las salidas del poder de Zelaya en Honduras y Morales en Bolivia.

 

vicentetorrijos.com