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Ha muerto el general de cuatro estrellas, Colin Powell.

 ASTROLABIO # 124 / VIE 22 OCTUBRE 2021

Le conocí en la National Defense University, donde ejerzo como Profesor Adjunto.  

Presentó allí su libro sobre liderazgo, una pieza verdaderamente interesante para los estudios estratégicos.

Siempre sonriente, afectuoso y enérgico.  Y al mismo tiempo intelectual y genuinamente reflexivo.

Tanto así, que más adelante, profesores como Oren Harari han creado todo un sistema analítico y decisional a partir de Powell.

Destaca el general que es necesario resaltar el instinto y la experiencia al mismo tiempo, plantar cara a los temores, emplearse a fondo a cada paso, lubricar todo el tiempo el contacto con quienes comandan las actuaciones, y mantener a raya el egocentrismo.

Con estos principios fundamentales, él impulsó una carrera militar y política admirable.

Incluso, se esperaba que fuese el primer presidente negro de los EEUU.

Y además, procedente del ámbito militar, honor que tras la Segunda Guerra ha quedado reservado a Dwight Eisenhower.

Acompañando siempre a presidentes republicanos, Powell fue Asesor de Seguridad, Comandante General y Secretario de Estado.

Pero fue traicionado.  Dio siempre lo mejor de sí mismo, pero la maquinaria burocrática de lagartos le tendió una celada.

En 2003, siendo canciller, le proporcionaron datos de inteligencia falsos para justificar la invasión ( ilegal ) a Irak.

Por supuesto, esta cuestión frustró su carrera hacia la Casa Blanca.

Estoy convencido de que eso influyó absolutamente en su cambio de óptica.

Aunque nunca fue un republicano ‘per se’, su postura política empezó a girar en clave demócrata.

Apoyó a Barack Obama en sus dos campañas.  Luego a Hillary Clinton, y por último a Joe Biden, llegando a calificar a Donald Trump como desastre nacional.

Nunca quiso regresar a las lides políticas.  Pero sus enseñanzas como militar y académico estarán siempre presentes.

Se demoró en entenderlo, porque en su natural bonhomía se negaba a aceptar que, generalmente, “quienes nos rodean en el trabajo cotidiano … pueden ser nuestros peores enemigos”.

Pero, más importante aún : nada causa más placer que superarlos, derrotarlos y presenciar su inexorable decadencia.

 

vicentetorrijos.com