Por eso, resulta inevitable recordar el texto de Lapierre y Collins ( 1964 ) echando mano de la pregunta formulada por Adolfo Hitler a su general Von Choltitz.
Aturdido por la necesidad de desalojar la ciudad, el dictador le ordenó a su comandante que destruyera la capital : « ¿ Ya arde París ? », le preguntó más tarde.
Por suerte, Von Choltitz desobedeció la orden, así que, paradójicamente, pasó a convertirse en una especie de héroe para los franceses.
Como sea, la cadena de disturbios es el reflejo de la tambaleante posición francesa en el concierto de las naciones.
Como es obvio, la inestabilidad interna ya es estructural y hace mucho que dejó de ser algo episódico.
Energía, salarios, inflación, desintegración social y un sistema de subsidios descontrolado han puesto al estado de bienestar en la cuerda floja.
Asimismo, la influencia francesa en Europa se ha reducido ostensiblememente.
La dependencia energética le ha obligado a afiliarse a las iniciativas lideradas por España y su intervención en la problemática de los refugiados no trasciende.
Aunque trató de mediar en la guerra de Ucrania, su papel fue prácticamente insignificante y Putin lo desestimó flagrantemente.
Luego, cuando el presidente Macron sostuvo que no haría nada en caso de que Moscú descargara un arma nuclear táctica sobre suelo ucraniano, el impacto no pudo ser peor.
Al basarse en que un ataque así no afectaría sus intereses nacionales, Francia no solo rebosaba de egotismo sino que ponía en entredicho la incertidumbre como pieza clave de todo ejercicio disuasivo.
Por último, a escala global, su proyección no puede ser más macilenta.
Sus antiguas colonias en África la desplazan y hasta los aliados occidentales la marginan.
De hecho, al momento de cristalizar la macroalianza con que contendrá a los chinos en el Indopacífico, Washington ha prescindido por completo de París, depositando su confianza en el eje anglosajón que comparte con Londres y Canberra.
De tal modo, la decadencia francesa no se limita al “síndrome Von Choltitz” ( el temor recurrente a ser incinerada ) sino a profundas líneas de conducta.
Líneas que han puesto al país en arresto domiciliario, marginalidad y subestimación estratégica estructural profunda.
vicentetorrijos.com