1 juan 5: 19 Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno.
¿Hasta qué punto somos fanáticos o permisivos con lo que vemos, oímos y consentimos, que nos llegue al corazón?
Ahora que tenemos internet, algoritmos y tendencias maquiavélicas, que influyen elecciones, pensamientos, valores y principios de una sociedad, qué tristeza ver tanto artista con letras descaradamente vulgares, pelos teñidos, atuendos inapropiados y grotescos.
No podemos negar que las influencias oscuras, disimuladamente, se han descarado; ya no hay mensajes subliminales, que se descubren con tocadiscos especiales que giran al revés y que nos muestran voces roncas; ahora el mensaje es completamente explicito, el mal es nombrado sin ningún tapujo y se ha normalizado como si fuera una fábula o ciencia ficción.
Series en streaming, en las plataformas más populares, sin ninguna discreción y por abuso comercial, presentan mensajes que incluyen practicas adictivas, de degradación social, de libertinaje sexual, de destrucción de la familia, de menosprecio a la vida y todo como si fuera lo más normal posible.
Hoy, también, los canales para niños realizan una influencia más allá de lo esperado, donde es fácil intuir que se quisiera adoctrinar a toda una generación, sin carácter, sin salud mental, sin propósito y con grandes debilidades; nos están presentando distorsiones muy francas de lo que en realidad realiza al ser humano y lo encamina a una vida abundante.
En este mundo mediático, se impone un nuevo gusto por lo grotesco, lo insulso, lo soez, lo desagradable y sin orden, ni talento y todo esto en un extremismo terrible, que da al traste con las buenas maneras, formas y principios, que deberían ser evidentes en una vida.
La idea incluye que los mismos superhéroes, el universo, la naturaleza o los mismos alcances humanos, igualan o superan a Dios, lo creado mejor que el Creador.
Hoy, precisamente se normaliza la duda respecto a la existencia de Dios, cuando éste no solo existe, sino que es personal: cuidándonos, hablándonos, amándonos y proveyéndonos. Es tan real como yo se lo permito.
Y es que se trata de ello, permitirle a Él que, así como yo dispongo mi mente para ser impactada por el ambiente negativo y engañoso que me rodea, así la disponga para su trato sobrenatural, en amor, a través de su palabra.
Necesitamos que verdaderamente Dios nos asombre en todas las áreas de nuestro ser. Tiene todo para que mi vida sea libre de toda maldad y pueda llegar una vida de realización plena.
No demos más espacio a la pérdida de valores y al desarraigo completo de la vida espiritual. Volvamos la mirada al diseñador de la vida que Él tiene, precisamente, toda respuesta para ella.
Para poder volver al diseño original recomiendo el libro, Teoterápia del amor del Dr. Néstor Chamorro Pesantes, publicado por la editorial Publimundo, donde nos encontramos la delineación única de nuestro Creador en donde mi espíritu encuentra paz; mi alma, fortaleza mental y en mi cuerpo salud, vigor y medicina.
Mónica Lucia Pérez Roa
Misionera