La tarea se le ha encomendado al arzobispo Georg Gänswein en el libro ‘ Nada más que la verdad ’.
Entre tanto, bien vale recordar sus obras maestras : la autobiografía del 2006, ‘ Mi vida ’, con prólogo del cardenal madrileño Antonio María Rauco Varela.
El estudio de la vida del Señor, en esa trilogía del 2007, ‘ Jesús de Nazaret ’.
Pero, sobre todo, su primera encíclica, la del 2005, ‘ Deus caritas est ’ : Dios es amor ; probablemente, la más profunda de todas.
Todo un legado centrado en la respuesta humana al amor de Dios.
El amor como eje de nuestra vida cristiana : de nuestra relación con Él y con el prójimo, aquel que necesita nuestra ayuda y la acepta.
No en vano, Ratzinger inicia su reflexión de la mano de Juan y su sentencia : « Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él ».
He ahí lo importante : ¡ « Hemos creído en él » ! Porque muchos lo han conocido, pero, realmente, ¿ cuántos han creído en él ?
¿ Cuántos viven, tan solo, el “ amor “ del ermitaño, onanista, eremita, cenobita, anacoreta egotista tan solo dispuesto a que los demás le sirvan y, por supuesto, a servirse a sí mismo.
No basta, pues, entender semejante propuesta de amor como un « mandamiento » sino, más bien, como una estremecedora “ respuesta al don del amor, con el cual [ Cristo ] viene a nuestro encuentro ”.
Por tanto, al tiempo que amamos « al Señor con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas », el “ programa del cristiano ”, o sea, “ el programa del buen Samaritano, el programa de Jesús “, es el de un « corazón que ve ».
Entonces, ¿ qué es lo que ese corazón ve ; qué es lo que debe ver ? : ¡ “ Ve en dónde se está necesitando amor … y actúa en consecuencia ”.
De tal modo, semejante respuesta no es tan solo un programa enclaustrado, estilita y petrificado : es un proyecto Político, con mayúsculas.
Es por tal razón que Benedicto demuele la instrumentalización fanática y extremista de un Dios indiferente, cosificado, o confinado a la función de convalidar el odio.
Y es por eso mismo que su mensaje es lo absolutamente contrario : es el mensaje del amor ; de ese amor del que “ Dios nos colma, y que nosotros debemos comunicar a los demás “.
Así que, siendo coherentes, “ la Iglesia no puede ni debe emprender por cuenta propia la empresa política de realizar la sociedad más justa posible. No puede ni debe sustituir al Estado “.
En conclusión, y como bien lo refrenda Ratzinger, “la actividad caritativa cristiana ha de ser independiente de partidos e ideologías. No ha de ser un medio para transformar el mundo de manera ideológica y no está al servicio de estrategias mundanas, sino que es la actualización aquí y ahora del amor que el hombre siempre necesita. “
Recordemos : ¡ « Estuve desnudo y me vestisteis ... Y cada vez que lo hicisteis con uno de mis humildes hermanos, lo hicisteis conmigo » !
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