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En 1516, Tomás Moro se inventó un no-lugar, una utopía.

 ASTROLABIO # 126 / VIE 05 NOVIEMBRE 2021

Una representación del viejo ideal de una sociedad paradisíaca.  

De hecho, el comunismo ha sido la expresión política más elevada de la utopía.

Y por ende, el experimento más exitoso de manipulación en la historia de la humanidad.

En concreto, el comunismo es la zanahoria intelectual de un gran garrote.

Ese garrote es la comunión entre el marxismo y el leninismo, que arroja como resultado el stalinismo.

Hace unos días participé en un coloquio sobre el mal en la política.

Se pedía identificar al engendro del mal en la historia universal y caracterizarlo.

Caracterizarlo con el fin de establecer si habíamos aprendido las lecciones de fondo.

Casi todos los asistentes señalaron a Adolfo Hitler.

Con toda la razón, identificaron sus principales rasgos de conducta.

Totalitarismo, genocidio, expansionismo a escala global.

Pero solo un puñado de los participantes señaló a José Stalin.

Entonces, la reflexión giró hacia el porqué de semejante displicencia.

¿ Por qué se ignora al campeón mundial de la criminalidad, a pesar de ser contemporáneo de Hitler ?

La respuesta no pudo ser otra que la exculpación lograda por el formidable aparato propagandístico del neomarxismo.

Me explico.  La dominación simultánea de los medios masivos comunicación ( hasta ese momento inexistente en la historia ) es lo que convirtió a los dos regímenes en totalitarios.

Ya no solo autoritarios, sino totalitarios.

Con la Segunda Guerra Mundial, el sistema de propaganda nazi fue derrotado y desapareció.

En cambio, el sistema de propaganda comunista sobrevivió y hoy funciona impecablemente.

Primero, se encarga de exculpar a regímenes dictatoriales ( Norcorea, Cuba, Venezuela, Nicaragua, China ) de promover el terror, o amenazar al mundo libre.

Y segundo, sigue ofreciendo el idílico modelo de la sociedad sin clases : el igualitarismo.

Sumados, lo único que esos dos puntos han logrado es una verdadera distopía.  La distopía stalinista.

O sea, la mismísima negación de la utopía mediante la práctica cotidiana del despotismo.

Política cotidiana basada en la represión, la alienación y el partido-Estado, es decir, la absoluta negación del pluralismo.

En resumen, el engendro histórico del mal no es tan solo el derrotado Adolfo Hitler.  

Es Stalin y sus herederos que, hoy mismo, siguen propagando su método, sus prácticas, su modelo.  

El modelo de la distopía hecha realidad.

 

vicentetorrijos.com