Una de las principales debilidades del ser humano es la obediencia. Nos cuesta mucho. Prueba de ello lo estamos viviendo por estos días a raíz de la crisis que plantea la pandemia del covid-19, donde las autoridades tanto nacionales como locales y regionales han establecido una serie de normas que claramente son desobedecidas por algunos ciudadanos.
Muchas de las imágenes que vemos en las calles o en los informes periodísticos muestran cómo muchas personas se las han dado de vivos pero al final lo que se demuestra es que asumieron el rol de bobos. Al hombre siempre le ha costado obedecer y no en vano es uno de los temas más frecuentes en las sagradas escrituras: “Hijo mío, obedece el mandamiento de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre”, Proverbios 6:20.
La desobediencia de cientos de ciudadanos está alimentando el crecimiento de la pandemia. Tres mil fiestas en un solo fin de semana en plena cuarentena muestran que muchas personas han desatendido las instrucciones de los mandatarios. Esas personas son rueda suelta en esta sociedad. Hacen lo que les viene en voluntad. No tienen Dios ni ley.
Es por ello que los alcaldes y gobernadores han tenido que acudir a medidas como el toque de queda y la ley seca para evitar al máximo que se sigan incurriendo en comportamientos irresponsables que mantienen la tendencia al alza en las cifras de contagio y de muertes por el coronavirus.
Lamentablemente muchos le buscan el esguince a la norma y se apartan de cumplirla y luego vienen las consecuencias. Si tuviéramos una formación cercana a las instrucciones que Dios ha dado para nuestra vida, seguramente marcaremos un camino de éxito para nuestra vida. Muchos de los males con los que nos encontramos es producto de nuestra desobediencia: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditaras en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”, Josué 1:8.
Pero es que la indisciplina empieza en muchas ocasiones por casa. Alcaldes que se casan y hacen fiesta con más de 50 invitados sin las medidas de bioseguridad y distanciamiento. Concejales que organizan celebraciones paganas, personas que salen sin tapabocas, el mal uso del mismo, familias que salen en el carro de paseo, marchas, plantones, Día Sin IVA, gente que no cree en la pandemia, personas contagiadas que salen como si nada, fiestas que se convocan por redes sociales, y un sin número más de comportamientos.
Por todo lo anterior, es que a la fecha la mayoría de las unidades de cuidados intensivos de clínicas y hospitales tanto públicos como privados están al borde de la ocupación total y del colapso porque nos ha faltado compromiso y seriedad en esta pandemia. Infortunadamente reflejamos una falta de cultura ciudadana y un compromiso con la honestidad y sobre todo con la obediencia.
Son más de 40 mil infracciones y comparendos por violar la cuarentena que ha impuesto la policía sólo en el departamento de Cundinamarca, sin incluir a Bogotá, que evidencia la desobediencia a las normas y restricciones que por fuerza mayor se han tenido que adoptar. Generalmente sabemos lo que no se debe hacer pero aun así no lo cumplimos: “No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica”, Santiago 1:22.
Muchos se las quieren pasar de listos en rumbas, de paseo, o simplemente saliendo poniendo en riesgo sus vidas y la de sus familias. Nadie puede garantizar que una persona de llegar a estar contagiada va a salir victoriosa del proceso porque hemos visto gente joven, incluso del personal médico, que ha partido de este mundo porque sus organismos no respondieron.
Por qué será que creemos que eso no nos va a tocar a nosotros?, Por qué será que no nos podemos quedar en casa pudiendolo hacer en muchos casos?. Independiente del origen de la pandemia, si alguien se la inventó o si hace parte de una estrategia de guerra comercial o del poder del orden mundial, lo que me corresponde a mí como ciudadano es cuidar mi vida y la de los míos.
La obediencia trae bendición y en este caso será la vida. Lo dice claramente el Señor en su palabra “Entonces Samuel dijo: «Más le agrada al Señor que se le obedezca, y no que se le ofrezcan sacrificios y holocaustos; vale más obedecerlo y prestarle atención que ofrecerle sacrificios…”, 1 Samuel 15:22.