Arce, Duque y Fernández, entre otros, fueron puestos como ejemplos. Pero también habría que explorar la política norteamericana y agregar a Biden, si finalmente se confirma el triunfo.
En la práctica, él es el delegado de Obama, quien a su vez fue el encargado de Clinton, estableciéndose así un compromiso en virtud del cual Biden solo podía ser candidato después de haberle dado el chance a Hillary.
Este curioso fenómeno se parece al del “delfinazgo”, o a las dinastías, que se han convertido en varios países del hemisferio en una especie de remedo colonial del sistema monárquico contra el que lucharon en su momento los independentistas locales.
De hecho, hay países patológicamente enamorados de este esquema de poder y podría decirse que Colombia ocupa con holgura el primer lugar en el listado, aunque también sería necesario incluir a los Estados Unidos con los clanes Kennedy, Bush y Clinton ( con el mencionado nepotismo electoral ).
Como si fuera poco, el fenómeno se reproduce en las empresas privadas ( no las familiares, obviamente, en las que las reglas son claras por su propia naturaleza ), de tal manera que en bancos, universidades y corporaciones se van creando unas perniciosas redes de complicidad en las que se combinan con pasmoso desdén y prepotencia el delfinazgo y el esquema “proxy”.
Para completar este deprimente panorama de poder que explica en buena parte la atrofia del sistema político, la obsolescencia institucional y la insatisfacción ciudadana, se mezcla un fenómeno al que podría llamarse “aprendizaje vicario degenarativo’.
Como se sabe, el aprendizaje vicario es el que se basa en la observación, imitación o admiración, de tal forma que la conducta asumida por otro se reproduce como propia.
En otras palabras, el aprendizaje vicario se convierte en políticamente degenarativo cuando un dirigente ostenta el poder gracias a que otro se lo ha encomendado, pero, en vez de examinar cómo se pueden superar los errores o disfunciones tóxicas que se venían presentando, sencillamente se reproducen y se agravan, sometiendo a la población a la degradación, la frustración y el estancamiento.
Con excepción de Uruguay, Ecuador y Brasil, que están marcando una tendencia hacia la eficiencia y la solidez, los demás países del área presentan los rasgos mencionados en mayor o menor grado, formándose así el caldo de cultivo perfecto para que proliferen el parasitismo burocrático, la inseguridad pública y la soberbia autoritaria.
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Vicente Torrijos es profesor de asuntos estratégicos en la Escuela Superior de Guerra.
vicentetorrijos.com