ASTROLABIO # 303 - VIERNES, 4 DE ABRIL DEL 2025
Ha sido la debacle del partido Demócrata. Y lo ha sido por tres dolorosas razones que bien podrían socavar los cimientos de la estabilidad bipartidista.
Primero, porque del partido se apoderó una camarilla que, encargada de distribuir el poder, los contratos privilegiados y la ideologización a diestra y siniestra, terminó desdibujando la identidad misma de la organización en su conjunto.
Conscientes de que Biden no ejercía el control ( debido a sus evidentes limitaciones psiquiátricas ), las familias Obama - Clinton y sus extensas ramificaciones pusieron en práctica un sistema atomizado, autorreferencial y desconectado del votante en particular y de la población en general.
Segundo, eso se tradujo a escala internacional en una acción decadente y apoplética de los EEUU que reflejaba casi a la perfección el clima de conmoción interior.
Enriquecimiento de ciertos sectores del aparato militar - industrial ; guerras inconclusas ; complacencia ; relativismo y permisividad a expensas de los propios intereses nacionales ( empezando por el bolsillo de cada contribuyente ).
Y tercero, porque todo este andamiaje del “dejar hacer, dejar pasar” cuyo punto final fue el modo en que se designó ( antidemocráticamente ) a Kamála como candidata, produjo un vacío crónico de liderazgo.
Este último, que sería el factor sobresaliente en caso de que los tres se ordenaran jerárquicamente, genera y generará cada día más interrogantes sobre el carácter mismo del partido y su supervivencia.
En efecto, la dispersión y atomización que padece la organización, frente a la unidad frenética y avasalladora de los republicanos, podría desembocar en una constelación de fuerzas enfrentadas entre sí que desvertebrarían al partido.
Y ante una descomposición de semejante calibre, es muy alta la posibilidad de que surjan movimientos basados más en la efervescencia ideológica que en la racionalidad ejecutiva de políticas públicas participativas.
En resumen, eso vendría a ser una especie de parálisis para el partido que, en la lógica de la colcha de retazos, bien podría conservar el nombre pero convertido en una torre de Babel con múltiples voces traumáticamente ininteligibles ( un remedo de pluralismo ).
Para ser prácticos, si se estudia con detenimiento el espectro de ese liderazgo a perdigones se tiene a un exministro de Transporte como Pette Buttigieg cuyo pálido mérito no pasa de la mencionada cartera y de la alcaldía de South Bend ( ¿ alguien sabe dónde queda ? : en Indiana ).
Asimismo, aparece el gobernador de California, Gavin Newsom, que de ser el máximo promotor de la vida transgénero, ha pasado a ser considerado casi un traidor por su claroscura simpatía hacia la Casa Blanca.
También se observa a Rahm Emanuel, columnista y exembajador de Biden en Japón, quien ha tratado de fortalecerse como agorero del partido mediante malabares autocríticos y haciendo gala de sus dotes como prestidigitador.
De igual forma, se aprecia a Tim Walz, exgobernador de Minnesota, quien ha dedicado su tiempo al turismo político en diferentes distritos tan solo para constatar que, probablemente, haya sido un error abandonar la carrera al Senado allá en su estado.
De los demás, es que ni siquiera causa interés su desempeño y su perfil.
Mucha gente ni siquiera sabe cuál es el nombre de J.B. Pritzker ; otro tanto solo reconoce a Gretchen Whitmer en Michigan ; y casi nadie sabe nada de Jared Polis más allá de Colorado, con el agravante de que para muchos izquierdistas del partido su simpatía hacia Robert F. Kennedy Jr. constituye un nuevo paradigma de la felonía.
Con lo cual, el seísmo Demócrata permanente no se restringe tan solo a las tensiones intrapartidistas sino que va mucho mucho más lejos.
Porque mientras ellos navegan en el Hades, los republicanos están empeñados en una tarea altamente dispendiosa y ya bien avanzada : la de desarrollar los argumentos políticos y legales necesarios para justificar y legitimar … el tercer mandato de un individuo llamado Donald Trump.
vicentetorrijos.com