Colombia se quedó sin representantes en las fases previas de la Copa Libertadores. Tolima fue eliminado en Arequipa, viéndose impotente y sumiso ante un Melgar efectivo.
De a poco, y prematuramente como ha sido costumbre en los últimos años, los equipos colombianos van quedando en el camino de manera penosa. Dan la impresión de esforzarse por ser superiores a sus rivales, pero, aún más preocupante, resultan fáciles de controlar, predecibles y poco competitivos. Un claro ejemplo de lo limitado y escaso del fútbol colombiano fue Deportes Tolima en el Estadio Nacional. Con algunas variantes en su nómina inicial, como el ingreso de Juan Pablo Nieto, Marlón Torres y Éver Valencia, el equipo buscó más velocidad y desequilibrio por los costados, así como reforzar el uno contra uno. También intentó tener mayor control del esférico con la inclusión de Nieto, mientras que Torres reemplazó a Julián Quiñones, quien perdió la mayoría de duelos en Ibagué.
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El inicio del compromiso fue esperanzador, ya que, como se esperaba, Melgar no salió a arrollar a Tolima. En cambio, de acuerdo con la ventaja obtenida en el juego de ida, le cedió la iniciativa al conjunto colombiano, que comenzó a encontrar proyección por los costados. Éver Valencia fue uno de los más incisivos individualmente. Sin embargo, rápidamente el equipo inca identificó su peligro y taponó su salida, aumentando la marca sobre él. Esto llevó a que el juego se inclinara por el otro costado, donde Kevin Pérez comenzó a sobresalir. De hecho, tuvo la opción más clara de gol para el Tolima: una jugada individual en la que se abrió camino y definió cruzado.
A medida que avanzaba el reloj, Tolima comenzaba a desesperarse y era fácilmente controlado por un Melgar robusto, compacto, intenso y eficaz. Cabe destacar que el equipo inca siempre compitió con lealtad, sin recurrir a artimañas para quemar tiempo. Apenas dos remates a portería y un 65 % de posesión a favor reflejan lo que fue el partido en términos generales: un Tolima sin versatilidad ofensiva, con algunos jugadores destacados individualmente, pero sin líderes futbolísticos en la cancha. Un equipo lleno de corredores y luchadores, pero carente de estrategas y pensadores.
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El segundo tiempo fue aún más discreto en intensidad. Melgar continuó demostrando su superioridad, controlando los desordenados y desesperados ataques de Tolima, que tuvo menos espacios. Sus interiores se retrasaron cada vez más, mientras Bordacahar y Kenji apoyaban en defensa. Los once jugadores de Melgar se replegaron detrás de la línea del balón, sin sufrir y sin permitir que Tolima pisara el área con peligro. Así, el equipo arequipeño fue desarticulando y nublando a un Deportes Tolima que, al minuto 86, recibió el golpe final.
En una acción infantil que se veía venir—pues el árbitro ya había advertido en varias ocasiones sobre forcejeos y agarrones en el área—, Anderson Angulo dejó en evidencia el momento emocional del equipo colombiano. Frustrado y cabizbajo, cometió un error infantil al sujetar a Matías Lazo, arrastrándolo y dándole a Melgar la oportunidad de sentenciar la serie.
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El gol de Cristian Bordacahar acabó con las pocas ilusiones del conjunto pijao, que perdió por primera vez en su historia en Perú y quedó eliminado de toda competencia internacional. Fue otra noche oscura y fría para el fútbol colombiano, que ya no solo es eliminado por las potencias del continente, sino también por equipos de ligas alternas, sin grandes figuras, pero bien trabajados.
Melgar enfrentará en la tercera fase de la Copa Libertadores a Cerro Porteño, que se impuso holgadamente 7-1 en el global a Monagas de Venezuela.
Alexander Cortes