🌐 ASTROLABIO # 264 - VIERNES, 05 DE JULIO DEL 2024
En sano juicio, nadie se atreve a ir en contra de las virtudes y bondades del diálogo.
Pero tan pronto como el diálogo no encaja en sus parámetros o antojos, lo más fácil es estallar y eliminarlo.
Dicho de otro modo, lo esencial en una sociedad democrática es fomentar la cultura del diálogo.
Pero eso del diálogo, que suena tan bonito y apropiado, es algo que tiene que aprenderse, ejercitarse, ponerse a prueba, porque lo primitivo, lo más fácil, es salirse de casillas y agredir al otro fulminando la discusión y el debate.
Por naturaleza, el diálogo y la argumentación son ejercicios que suponen la exaltación o el acaloramiento.
Por eso mismo, si las personas no están entrenadas, o no han aprendido a debatir, podrán valorar mucho el diálogo ( como algo políticamente correcto ) pero, en la práctica, lo que les resulta más fácil es explotar : ¡ arrojar el tablero de ajedrez al piso !
Y si, a pesar de la agresión, los tertulianos soportan pasivamente la violencia verbal y gestual sin hacer uso de la legítima defensa, lo único que logran es reforzar la conducta negativa y autorizar al transgresor para que repita una y otra vez el improperio y la afrenta.
En consecuencia, lo importante en todo esto es promover el valor de diálogar, o sea, enseñar a mantenerse siempre « en el plano de lo intelectual ».
Eso significa que es necesario hacer un esfuerzo deliberado por no salirse del entendimiento, el discernimiento y el raciocinio.
Entonces, para mantenerse siempre en ese plano de lo intelectual y evitar la tentación de hacer gala de « la ira y el intenso dolor », lo mejor es aplicar al mismo tiempo dos métodos tan simples como valiosos.
El primero, es el de « la pausa mental de un segundo », esto es, el freno consciente de solo un instante para respirar profundo y seguir actuando con cabeza fría.
El segundo, es el « método DAMI » : discrepar - amonestar ( avenir ) - mocionar - interpelar.
Discrepar no es otra cosa que aceptar el disenso ; diferenciarse, aunque al otro no le guste.
Amonestar es decir algo para que se considere, o se evite. Lo mismo que avenir : hacerle ajustes a aquello que no encaja.
Mocionar es, precisamente, acostumbrarse a las mociones, esas útiles sugerencias que se hacen en un grupo que discute pero que mucha gente prefiere repeler para sentirse dueña de la palabra, del método y de las ideas.
Y por último, interpelar es solicitarle al otro que dé explicaciones sobre algo, o que cumpla lo acordado.
Porque, si después de todo esto, el contertulio se empeña en desorbitarse, agredir y tratar de someter al otro, lo mejor sería recurrir a los antiguos atenienses y decretar el alejamiento, la proscripción, el ostracismo.
Al fin y al cabo hay eremitas, cenobitas, faquires y estilitas que solo se sienten felices como campeones mundiales de la hurañía, el anacoretismo y la misantropía.
vicentetorrijos.com