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 ASTROLABIO # 52 / MAR 05 MAYO 2020

Eso exige repensar la educación, no tanto en los planos logísticos o tecnológicos, como en su razón de ser, esto es, en sus dimensiones esenciales.

Son diez los rasgos que podrían identificar a la que llamaremos «educación fundada en potenciales».

Y digo “fundada” porque así como M. McLuhan caracterizó la Galaxia Gutenberg, este es el momento de explorar un Segundo Renacimiento.

1- Educación para gestionar y superar las crisis.  La crisis permanente es el concepto clave de la nueva era. 

Por eso, será necesario un currículo mínimo y un máximo de desafíos que la comunidad académica habrá de plantear y resolver en redes, o mejor, en coaliciones : estructuras flexibles y temporales para encontrar soluciones ante los “misterios” del conocimiento.

2- Resiliencia y resistencia.  Una educación para resurgir desde las cenizas y la frustración con el fin de fortalecer las estructuras cognitivas.

3- Una educación consociacional.  Los sectores económicos, las corporaciones y gremios han de estar conectados ( como socios ) con los centros educativos para dar respuesta a exigencias productivas concretas.

4- Educación desde la diversidad y para la diferenciación integradora.  Se explotarán a fondo las sutilezas y protuberancias que identifican a las distintas culturas no solo para garantizar la supervivencia de las lenguas y costumbres sino para deleitarse con cada diferencia, por mínima que parezca.

5- Educación ejecutiva.  La especulación creativa será concebida en función de la utilidad, o sea, de cara a superar problemas, conflictos o emergencias sociales complejas. 

La comunidad académica centrará su atención en cómo tomar decisiones responsables, adaptativas y verdaderamente transformadoras : educación decisional.

6- Evervescentemente alternativa.  Estará centrada en una pregunta clave : «Y tú, ¿ cómo lo harías mejor ?» 

Es decir, la ejecución de políticas será fundamental para poner a prueba cómo han sido formuladas y de qué manera resultan evaluadas, percibidas y valoradas.

7- Educación sensible.  Esto es, reconciliadora, restauradora, horizontalizada, empezando por la igualdad y la correpondencia virtuales, propias de una genuina ciudadanía digital.

La escuela, emancipada del aula, será un ámbito de encuentro de las más recónditas virtudes humanas, y también de los “defectos”, de tal forma que los ránquines y los exámenes de Estado irán perdiendo su vigencia.

Así, el afán de lucro cederá espacio a la heurística y en la nueva nube del conocimiento compartido lo más valioso serán las asimetrías depuradoras, los abordajes ancestrales, los libres ejercicios interpretativos de la realidad, y las identidades. 

Identidades que, hasta ahora, han permanecido oprobiosamente ocultas por los grandes patrones del positivismo.

8- Educación para la estimulación de potenciales ( principal preocupación de este modelo ).  Reside en los hallazgos inducidos y compartidos sobre aquellos campos del conocimiento que autosatisfacen pero que también permitirán servir a los demás. 

No se trata de la “evaluación” de potenciales que promueve la Administración de Empresas, ni de la “evocación” de potenciales que practica la Neurología.  Se trata de todo lo contrario, entendiéndolo a la inversa.

9- Histrionismo.  Una educación dinamizada por la expresividad, sobre todo, en tiempos de distanciamiento social.  Danza, artes digitales : escénicas, plásticas, performance on line.  Poesía multiplicada. 

10- Ubicua.  Monitoreada.  Enlazada con grupos de interés ( de maestros, de alumnos, de núcleos de especialistas ) en diferentes latitudes y acompañada por los adultos mayores, en una ‘mancomunidad de la sapiencia’.

Dicho de otro modo, un universo académico que hace compatible la noción de inconsciente colectivo ( pulsiones, arquetipos y simbología transcultural ) con la noción del ‘yo digital’.

Yo digital basado, estructuralmente, en el poderoso e inacabable estímulo democrático que supone el hipertexto.

Y que, por supuesto, promueva y asegure el empoderamiento virtual, de tal modo que se logre consolidar cada vez más la ciberprotección y la ‘seguridad mutual’, aquella basada en el interés propio ( el individualismo libertario ) pero también en el estimulante ejercicio de la solidaridad transversal.   +++

vicentetorrijos.com