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Edmundo González llega hoy a tomar posesión como presidente de Venezuela y la violencia acecha como marco de referencia.

🌐 ASTROLABIO ESPECIAL - VIERNES, 10 DE ENERO DEL 2025

 

Entrar al país ya habrá sido, de hecho, toda una odisea repleta de riesgos, sobre todo, por tratarse de una persona de edad avanzada.

En medio de la polarización y la militarización reinantes, también correrán riesgos los visitantes extranjeros que pudieran superar los filtros de inmigración. 

Eventualmente, esos últimos podrían ser deportados, pero sobre González pende una jugosa recompensa que torna aún más dramática la situación, presagiándose su arresto o haciendo que reconsidere sus planes.

En cualquier caso, y sobre todo si proliferase la violencia, los países del área harán los consabidos llamados a la sensatez y la cordura, manifestando su disposición para intermediar en la apertura de un diálogo que conduzca al entendimiento y la concordia.

Pero, en el fondo, la cuestión esencial solo gira en torno a dos variables.

La primera, es la que tiene que ver con la conducta de las Fuerzas Armadas.

María Corina Machado, la verdadera fuerza opositora, ha invitado a los militares a olvidarse de sus privilegios y cesar el apoyo al régimen de Nicolás Maduro.  

Pero esto solo se produciría si el clima de contestación y alzamiento de la población hiciera caóticamente incontrolable el escenario.  

La segunda, es la que se refiere a la conducta de las grandes potencias.

Por cierto, González ha sostenido consultas con el gobierno de los EEUU y es de suponer que sus movimientos están calculados de acuerdo con el nivel de apoyo que se le haya prometido.

Pero un gobierno saliente, como el de Biden, que no se ha caracterizado exactamente por la fortaleza imperial, no parece ser el tipo de gobierno que use, o amenace usar la fuerza, para imponer a González.

En la práctica, ni siquiera el gobierno Trump se atrevió a semejante aventura en el 2019 cuando montó con Iván Duque el desastroso “cucutazo” destinado a consagrar como presidente a Juan Guaidó ( quien a nadie ya le importa ).

Por otra parte, durante estos últimos ocho años, el gobierno Maduro se ha asegurado el apoyo de Rusia a un nivel ciertamente importante y con el que, para entonces, no contaba.

Obviamente, podría aducirse que tras la desconcertante derrota de Moscú, en Siria, los rusos no están en capacidad de defender a Maduro en el Caribe y que, lo máximo que podrían garantizarle en este instante, no sería más que un exilio confortable en algún lugar de la Federación, tal como procedieron con Bashar Al Assad.

En resumen, la suerte de González, o la de Maduro, como quiera verse, se reduce a lo de siempre : la voluntad de los militares.

Y los militares nunca han exhibido interés alguno en ocupar el Palacio de Miraflores ni  en renunciar a la inmensa concentración de poder de la que gozan.  

 

vicentetorrijos.com