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¿ Cuánto tiempo tardará el país en olvidarse del crimen del subintendente Ricardo Monroy ?

 ASTROLABIO # 195 / VIE 10 MARZO 2023

¿ O, acaso, ya lo hemos olvidado por completo ?

Justamente, por eso es que resulta tan apropiado destacar las palabras del ministro del Interior en torno a aquellas horas turbulentas de Los Pozos, en el Caguán, Caquetá.

Al sostener que « … No caeremos en la imbecilidad de [ creer ] que no pueda haber factores de perturbación », el Ministro plantea la situación fundamental.

Situación que nos lleva a pensar si, ocho días antes de los acontecimientos, él conocía el riesgo inminente en que allí se encontraba la Policía.

Y, por supuesto, ya que se trata, como él mismo asevera, de no caer en imbecilidades, ¿ conoce, a día de hoy, cuáles son las unidades de la Policía que en las próximas horas podrían correr la misma suerte ?

Porque, sin duda alguna, lo que el Ministro ha hecho, con fino tacto intelectual, es revelar su fascinación sociológica ( tipo Wright Mills ) por el fenómeno de las guardias populares ( indígenas, afrocolombianas, cimarronas … ) pero contextualizándola con el fenómeno de la infiltración que tales guardias registran por parte de organizaciones armadas ilegales.

De tal modo, se coligen, por lo menos, dos cuestiones de alto impacto institucional.

Primero, que la cadena de factores de perturbación tipo Caguán se prolongará en el tiempo y en el espacio, así que la firmeza de la Policía será primordial para controlar el territorio y proteger al ciudadano en la más pura lógica de la seguridad humana ( la liberación del miedo ).

Ante semejante desafío, es apenas natural que esa Fuerza Pública tenga que ser y sentirse tan educada y comprometida en materia humanitaria como empoderada, fortalecida y cohesionada en torno a sus capacidades.

Y segundo, se puede inferir que la penetración de los grupos armados organizados a las células comunales que se movilizan y protestan al amparo de la Constitución, no será efímera sino constante ; y no será invisible, sino evidente, tal como él mismo ha podido constatarlo en virtud de su perspicacia sociológica. 

En ese sentido, parece necesario revisar con detenimiento tres asuntos :

Ante todo, ¿ por qué no se dotó a las unidades de la Policía de las fortalezas necesarias para desempeñarse en un ambiente de orden público tan convulso y riesgoso ?  

O, lo que es más, ¿ era ese tipo de unidades de Policía el que se requería para un contexto de tan intrínsecos niveles de peligro ?

Luego, ¿ por qué no se desarrolló un ejercicio de pronta intervención para asistir a las unidades de la Policía, cuyos mensajes solicitando auxilio eran tan explícitos como desesperados ?

Y por último, ¿ qué tanta contaminación de la protesta social por parte de disidentes, reincidentes o iniciadores, puede comprobarse al analizar la profusión de vídeos que los propios manifestantes hicieron circular por doquier ?

En síntesis, la comprensión sociológica en la que se basa el Ministro es, precisamente, la clave para responder, metódica y juiciosamente, a cada unos de los puntos de la investigación sobre los hechos.

Pero, sobre todo, para entender la función y el concepto estratégico sobre el que la Policía ha de desarrollar su tarea.

A menos, claro, que cuando alguien esté leyendo esta columna, se pregunte : « ¿ Y a todas estas, quién era Ricardo Monroy Prieto ? ».

vicentetorrijos.com