Presa de una megalomanía irrefrenable, Zelenski urdió cuanto pudo para robarse el show en la final del Mundial de Fútbol.
Asumiendo a plenitud su papel de estrella de la farándula -campo en el que más se ha destacado-, quería obligar a los millones de espectadores de la Final a soportar uno más de sus repetitivos discursos.
Está muy bien que los diferentes parlamentos de las democracias mundiales lo hayan escuchado con cortesía como parte de la corriente mundial contra las autocracias.
También lo está que haya sido oído en Naciones Unidas, como quiera que la Organización tiene que atender tanto a agresores como a agredidos.
Pero lo que ya supera toda lógica mediática es que ahora haya querido convertir a la Federación en un parlante de sus ocurrencias.
Y enfatizo lo de ocurrencias porque hay mucha empresa lucrándose con esa guerra ; las cuentas no están claras ; el dinero de los contribuyentes occidentales cae en saco roto ; y Zelenski ni se inmuta para encontrar una solución negociada.
¿ Acaso Occidente está obligado a mantenerle artificialmente ( y en el coma inducido en que se encuentra ) a perpetuidad ?
¿ Acaso es tolerable que haya orquestado maniobras militares de dudosa ortografía tan solo para arrastrar a la OTAN a ejecutar represalias masivas contra el Kremlin, llevando así al planeta a una impredecible escalada nuclear ?
¿ Por qué no puede aceptar de una vez por todas que, precisamente por su piromanía, a nadie le convino nunca, ni le conviene ahora su incorporación a la Alianza ?
Para decirlo en pocas palabras, la FIFA es una entidad deportiva que no puede convertirse en una veleta ideológica.
Veleta dedicada a manipular a millones de televidentes promoviendo causas políticas que pueden ser muy loables para unos pero detestables para otros.
Harto ha costado depurarla para que ahora se convierta en marioneta, desviando la atención de lo esencial : ¿ quiénes son los verdaderos cerebros en el llamado Qatargate ?
Porque si quieren hacer creer que todo empieza y termina con la simple vida sentimental de los Kaili y los Panzeri, bien pueden irse a otro perro con ese hueso.
En resumen, si algo debe caracterizar a la Federación es su asepsia partidista, por muy fuertes que sean los aparatos militares-industriales empeñados en instrumentalizarla y politizarla a su medida y acomodo.
Y Zelenski no iba a ser, no podía ser, quien degradara lo que siempre debe ser, por encima de todo, una fiesta : la fiesta del fútbol.
Una fiesta sin títeres incluidos. Pero, sobre todo, sin titiriteros.
vicentetorrijos.com