🌐 ASTROLABIO # 232 - VIERNES, 24 DE NOVIEMBRE DEL 2023
Lo ha logrado porque supo superar la polarización interior, se aseguró el tradicional e incondicional apoyo de Washington, y decidió combatir al agresor hasta el final, sin medias tintas.
Al constatar que, tanto la contención a cuenta gotas que practicó durante varios años, como la disuasión que la acompañaba, habían fracasado, no tuvo más opción que irse a la guerra.
Entonces, honrando una concepción político-militar de vieja data, esa guerra no podía ser ( no puede ser ) fragmentaria e inconclusa.
Y no puede serlo porque, sencillamente, ella no termina con la liberación de Gaza de la opresión de Hamás. Por el contrario, apenas comienza.
Y apenas comienza porque son al menos tres las etapas que faltan y que conforman la ‘unidad estratégica’ de la legítima defensa del Estado de Israel.
La primera, la que sigue al desmantelamiento de Hamás, es la de la gobernabilidad en Gaza.
Mediante una arquitectura internacional de gobierno para la reconstrucción y el desarrollo, la autoridad palestina que goce de la seguridad monitoreada por Israel, podrá garantizar la estabilidad en Gaza.
La segunda, es la etapa de lucha contra el llamado “Eje de la Resistencia” antiisraelí patrocinado por Irán.
Aunque se esperaba que los miembros de ese Eje, o sea, los Hutíes, que controlan a Yemen, y Hezbolá, que controla al Líbano, se unieran a Hamás y atacaran simultáneamente a Israel, ellos decidieron abstenerse a última hora.
Y si sobre ellos funcionó la disuasión, es porque vieron en Jerusalén una iniciativa estratégica sin titubeos y sin precedentes que, como ya se mencionó, gozó del irrestricto respaldo norteamericano.
En tal sentido, podría pensarse que -siguiendo una rigurosa y meticulosa progresión-, Israel debería atacarlos para lograr un efecto similar al conseguido con Hamás.
No obstante, valdría la pena reflexionar detenidamente al respecto pues la médula del conflicto no se encuentra allí sino en el tercer escalón, esto es, en Irán, verdadero promotor, financiador y patrocinador de tales grupos.
Por ende, lo que Israel podría hacer en esa segunda etapa sería desgastar sensiblemente al Eje pero sin comprometer en ello el grueso de sus recursos para utilizarlo luego en interrumpir decisivamente el flujo de ayuda con el que Teherán se ha granjeado la lealtad y sumisión de sus satélites.
Por supuesto, este ‘enfoque unificador’ sería altamente costoso y tendría que estar coordinado exhaustivamente con Washington porque, ante todo, es una opción basada en la más depurada inteligencia estratégica de punta.
En resumen, la seguridad de Israel no depende, esencialmente, de que logre diezmar a los eslabones menores de la red, sino de que afecte con precisión al núcleo desde el cual se ha tejido esa red.
Solo así, identificando y gestionando con toda nitidez la naturaleza de la amenaza, el país podrá garantizarse una vida cotidiana en libertad y una redoblada influencia en el sistema internacional.
En su momento, así fue como se redujo a Sadam Huseín, a Osama Bin Laden, y a Abu Bakr al-Baghdadi.
De lo contrario, podrá seguir jugando al gato y al ratón indefinidamente.
Y ese no es, exactamente, el modo en que una gran potencia militar ha de lidiar con los problemas de los que depende su mismísima existencia.
vicentetorrijos.com